Imagen cogida de la red
POZO NEGRO
Llega
un punto en que la tierra endurecida por los talones del viajero y en
el
fondo molesta por su silencio, se esconde entre rocas negándose a dejarse
pisar.
Entonces es cuando ante unos ojos atónitos se dibujan las cordilleras,
glaciales de gesto en colaboración
con los desmelenados días del otoño.
Juan Larrea
Necio el
tartamudeo de las confesiones siniestras la saliva que se clava en los platos
percudidos o la mesa con todos los sobrenombres posibles: me llaman las semanas
con su crónica de suicidios la desfachatez de los incineradores del alma
¡cuántas víctimas me duelen en el sueño! calles desfiguradas de amor con
sicarios a la vuelta de la esquina las morgues anónimas en el espejo de los
peatones (no hay tregua en la fuerza del
horóscopo de los imanes ni en la tempestad sosegada de la garganta ni siquiera
en los recuerdos de la astilla de ocote ni en esos extraños e inesperados
golpes de pecho a la hora de la purificación) te me entregas abierta de
herrumbre Aladino en la nostalgia de la polilla Sartre en los subways estáticos
en la sal no obstante las pupilas de la ternura la placenta inmolada en la pira
del invierno: duele toda esta doble música de la orfandad la ansiedad del
silencio de los moscardones la soledad en el vagón del aullido los centímetros
de exclamaciones cada vez que la cópula ciega el castillo de naipes del aliento
—vos en la piedra legendaria de la brasa inagotable renacida en la
semilla del lirio que forja la primavera hay sed en el ala que puebla la brisa
nombres barcos espectros del bosque esquinas manchadas del país iglesias
descalzas ofreciendo su desnudez —yo por ejemplo en el vómito de la
tarde aquel pájaro comiendo heces seduciendo logaritmos y larvas siempre en la
tentación de la horchata en el licuado de zapotes dejándome llevar por la
idiotez frágil como el buen samaritano que todo absuelve es cierto: cada vez la
luz es más estrecha y más demente el soplido de la oscuridad sobre el pétalo
sucio del cielo los extraños días de la destrucción aúlla el grafito en el
repello de las paredes aúllan los cráneos de las ventanas la fosa séptica de
los periódicos lento el olvido para no participar del teatro ligera la calma
para este trópico ¿en qué bejucos cuelgo todos estos años caducos la lástima la
alegría los dardos el lenguaje de la altamisa el silencio desdibujado de la
albahaca? entre mis fetiches tengo los trenes las calles los charcos una muñeca
de trapo las fronteras la ventana cierva de mis ojos las rodillas que ya
desechan cualquier piso (me muerdes el
muñón de mi esperanza los calcañales del crepúsculo la mirra quebrada en el
jadeo esas extrañas escamas del cadáver de luz que nos hermana) de pronto
escucho el fermento de las aguas oscuras cuando caen al precipicio de la
conciencia ¿sientes el escalofrío de las armónicas en la carne? el largo humo
de las luciérnagas la bufanda eclipsada de las vísceras que Dios nos ilumine en
el acoplamiento del vértigo en ese instante en que desatornillamos las cobijas
y alquilamos paredes y horarios cuando no vemos no sentimos el bosque ni
escuchamos el croar de las ramas de la mañana: todo es cierto en la medida que
existe lo grotesco: vos y yo sombras uñas piedras cadáveres gestos de pronto
simulados del padre nuestro grito en la balanza macilenta de la justicia ah
estas largas gotas de semen sobre la orquídea de la noche en la ropa final de
la desnudez ah los meses en el fieltro de la bruma en la obscenidad de la gula
en el maniqueísmo de las interjecciones en los dobleces encorvados del vino
tinto ambos por fin esperando el relevo del próximo domingo de aquellos
absurdos que solo se atisban en las ventanas (ya hemos aprendido sin saberlo que en la lluvia perdemos el horizonte
y que al tocar tierra nos abocamos con avidez a los despojos) allá la
estatua de los sueños como una espada…
Barataria,
23.V.2014.
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