Imagen cogida de la red
MARIPOSA QUE SE VA
En la piel se hunden las
telarañas quemadas de las lámparas.
(¿Siempre hay que jugar a la tortura de las despedidas, a la
pasión de los pies,
al ojo disparado por el goteo incesante?)
—Por cierto, uno nunca olvida las
buganvilias que mueren, las hojas
en ruinas que contrastan con las
palabras:
al pie del ala quebrada, el semen
como un labio sin sed en medio del hambre.
Después, solo el fuego en la
almohada y la lejanía,
los extraños tiliches del frío,
el ruido enmohecido de las puertas.
A fin de cuentas, nunca supe
cuando envejecieron las sábanas, ni la desnudez,
ni la tormenta, ni el misterio de
todo lo soñado…
Barataria, 12.V.2014
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