Imagen cogida de la red
LAVABO
Este
fermento de ebriedad, ha dado un salto hacia mis fuerzas, y auspicia,
bajo todos los climas y las horas,
un gran concierto frío y una erosión inobjetable.
Julio Llinas
Después de
todo los lavabos Aquiles y la Tortuga el camino la existencia o no de los
relojes la claridad invisible que se convierte en ángel es profunda la intimidad de no llegar nunca al
ojo del sueño donde la noche pigmea el pelaje de la luna y el pecho salta como
una rana en brama sobre las hojas y bejucos de la intemperie aúllo en presencia
de los rastrojos aguzo el olfato mitológico de los espejos la manada de escopetas
de la clarividencia cuando muero y no muero muero irascible loco sin jubilar
las aceras gruño ante la contemporaneidad de los juramentos: lo único que me
mantiene en pie es la dirección del cataclismo el nosotros como chatarra
aparcada en el predio de las sombras ( “si
alguno pasare por este puente de una parte a otra, ha de jurar primero adónde y
a qué va; y si jurare verdad, déjenle pasar; y si dijere mentira, muera por
ello ahorcado en la horca que allí se muestra, sin remisión alguna” [...]
“Sucedió, pues, que tomando juramento a un hombre, juró y dijo que para el
juramento que hacía, que iba a morir en aquella horca que allí estaba, y no a
otra cosa. Repararon los jueces en el juramento, y dijeron: “si a este hombre
le dejamos pasar libremente, mintió en su juramento, y, conforme a la ley, debe
morir; y si le ahorcamos, él juró que iba a morir en aquella horca, y, habiendo
jurado verdad, por la misma ley debe ser libre”. ) a menudo es solo cuestión de esperar los días
bisiestos para acortar el calendario contar menos colgar los años en las
paredes beber al revés la tormenta el agua llovida el chorrito húmedo del
grafito de la noche: todo es como parece ninguna montaña se petrifica en los
ojos salvo la caducidad que la encontramos en cualquier parte ahí donde los
sistemas políticos ahogan el follaje y acaban de romper los platos rotos ¿a
quién beatificamos después de las estrellas? ¿a quién erigimos en estatua sin
haber alcanzado a Rimbaud a San Francisco de Asís sin haber culminado el
estatus de cerrajero? siempre lo irresoluble es una cosmovisión de la falta de
cobija o el hambre de la piel nublada en una cocina de leña no hay por qué
echarle la culpa al espejo de la mala escritura toda escritura es aviesa
perversa malvada como una tortilla con queso pero dejada ahí días enteros hasta
que se endura debo confesarlo: hay palabras que me dan mala indigestión una
ventana es un taxi o un tren un árbol de pronto invita al supermercado ciego
espléndidamente ciego entre tantos espectadores del Hades mudo del circo de las
rifas y las rebajas del amor de la infancia que juega con telarañas muy
cerquita convaleciente de los hospitales delante de mis zapatos la planicie de
las ruinas el confín de la ciudad con levita William Blake en la locomoción de
las hormigas y otro que sin nombrarlo existe en muchas escrituras ajenas para
entender los altares debo encenderle candelitas de todos los colores posibles a
San Antonio de niño yo era el niño de Atocha después solo me convertí en figura
animada de ciertas ebriedades ahora ya para qué no necesito vírgenes por
cuestiones de practicidad y economía prefiero el zumbido de la sábana degollada
de la intemperie aunque cada día deba quitar las larvas que suben a las sienes
sucede que el desvelo tiene su propia epistemología vos mi materia ascendiendo las ingles vos enroscada en el árbol de mis
gemidos…
Baratara, 18.V.2014
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