Imagen cogida de la red
EL TIEMPO
El
que dude, antes de proseguir, debe llevar a cabo una sencilla experiencia.
Tome
un revólver cargado y como jugando aproxímeselo a la sien,
inmediatamente
sentirá el anuncio de una nueva primavera y el licuarse de
las
piernas del mundo que se niegan a sostenerle. Si no dispone de razones
en
contra, dispare, dé paso a su masa encefálica, distribúyase como el sol
al
mediodía equitativamente, abandonando su orgullo de verticalidad. La
dulzura
que en torno se extiende no es comparable sino con las violetas que
deja
crecer una mano que se enfría. Una a una las banderas interiores irán
saliendo.
Paz, Paz, Paz.
Juan
Larrea
Es hoguera u
oasis la página amarilla del horizonte desde donde se arrancan todos los
claroscuros de la piel: en la ventana esta libertad marítima los relojes de sal
en medio de las aguas de la luz un poco la fugacidad en la esquina de los
parques de pronto la polilla gris en los faroles y las sombras que pasan como
sombras abandonadas más allá de la linterna y mi esqueleto el teatro y lo que
inusitadamente va acumulando la memoria: quizá nada recordemos ni tengamos las
armas para desliar la teoría del reloj ¿envejecen las palabras igual que la
sangre? ¿gime la carne ante el hierro de los espejos el grito cansado de las
aceras? —el tiempo es sed y mácula tiene úlceras y pústulas e infiernos
esplendorosos el tiempo nos espía en la mesa de noche el quinqué con su mecha
furibunda en los paraguas burbujea la sal del ojo la mano de incógnito de los
tuertos quizá el bostezo en la danza del cuerpo quizá la soledad que nos
produce el Estado a través de sus estructuras menguadas por el vértigo uno ve
en la palestra los engaños zodiacales del espejo los semidioses platónicos el
Arca insalvable de Noé las pesadillas en los apagones de la luna negra ¿en qué
ceremonias Dios no está presente? cada oído vierte caracoles sonámbulos busco
el nombre de los días inevitables la hora en que el silencio se despoja de su
abanico danzante pienso que la almohada tiene alma ¿platicas con la almohada? la
tinta tiene sus propio océano alguien me habló de la metafísica del instinto yo
soy hombre feliz junto al perro que me acompaña a veces el miedo llega hasta el
alfabeto en adelante evitaré la ambigüedad de las palabras del catecismo me cuesta
entender a los oradores con revólveres y a los cementerios destinados al
turismo me cuesta entender la fe sin un pájaros o una rama en los autorretratos
siempre se puede intuir el nahual que acompaña a la sed me da pena mucha pena
la demografía de las elipsis y del hipérbaton en esto también caben las
cacofonías también la hojarasca cayendo al foso común de un vertedero (un día seguramente la decrepitud me hará
genuflexo no es mentira cuando el apetito cuenta los peces en la atarraya y los
psicólogos hablan de terapias y ciertas espinas de cauterios y los políticos de
un plan de nación) desde el tejado es la misma historia de las estatuas uno
ciego se las imagina tal los resabios sociales el tiempo es un laberinto en el
tapial de la eternidad a veces la resignación es el ethos del subconsciente en
su didáctica nos ilusionamos con la lejanía ¿quién se atreve a desnudar la ley
del diluvio, la cultura de las armas desde la infancia? —he aprendido a cuidarme de los vacíos existenciales de la pared
que entrampa los sentidos entre las imágenes de las semejanzas y diferencias,
el ave triunfa sobre la armónica del viento el cuervo es solo el instrumento de
los adoradores de la cruz a través del tiempo me he quedado con la estética de
los jardines digo con el imaginario doméstico de la vigilia no con los
obeliscos de la impotencia ni con la vida a cuestas de los cangrejos (a veces creo que el tiempo nos nació
enclenque) vos con tu vocación de disfraz el sudor de los relojes en el
lagrimal y la humedad haciéndonos gárgaras en el ojal perforado del alma ¿quién
vive sin la parodia de los alfileres en la pared fría de los determinismos? supongo
que es la nostalgia quien se encarga de pintar de amarillo o sepia las
fotografías este mar de zancos del ciprés salta la hemeroteca del anarquismo:
me fascinan los contrapesos de las tormentas y su convicción de armadura férrea
para combatir mi hoguera el tiempo es el mejor diseñador del destino quiero
decir de este surtidor de paradojas si algo sucede es la mariposa de la muerte
y la libertad absoluta de los sueños…
Barataria,
27.IV.2014
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