Imagen cogida de la red
CUERPO
Nado en el crujir de tus
ausencias: el tren pinta poros verdes; en la travesía,
bajo hasta la ensenada de la
irrealidad, aúllan los perros en las sombras
empedradas, aletea la piel blanca
del hambre.
El cuerpo alcanza el sofoco de
los latidos: deshilvana la bestia el desvarío,
(lo que ganan las manos, lo pierden las palabras, la ola en su
marcha acoplada,
el centelleo del tallo en la lluvia.)
Cuando el ojo se desvela en el
arbusto, mayor el follaje, los días agolpados
en la concavidad del océano.
¿Cuántos inviernos inundan los sentidos?
¿Cuánto mundo vaciando el vaso
del fuego, mordiendo el cofre de la tortura?
En casa crece el olor de los
pinos y la asiduidad del ave de tu ombligo.
Crece el rocío en las orillas del
reloj…
Barataria, 20.V.2014
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