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cogida de: barrameda.com.ar
PÁRAMO
Te vuelcas
en mí como un páramo de bocas adustas —en el entrecejo un puñado de
hojarasca la misma opacidad de las arenas o el común de la espuma en los
despeñaderos (alguien nos dio una larga
resequedad de dunas más oscuras que un pétalo fenecido: ahora estamos en trance
entre la alambrada y la salmuera de los ojos
en los corredores del tiempo esperando otra vez la rama del crepúsculo)
entre la maleza de la breña gritó la gota sulfúrica el profundo asedio de las
aceras desgastadas las manos hundidas en el desvelo ¿de qué hostiles agonías
hicimos la tinta? ¿de qué vestiduras raídas se llenó el aliento? ¿a qué altura
de los puñales la sangre extenuada el tarot con las cavidades de otoño? ¿cuántas calles nos transitan mientras
traficamos con el rocío y el suburbio de nuestros pálpitos? —vos y yo como la sangre dispersa
de la rabia precipitados en el racimo de sangre de los metales transeúntes sin
puerto roedores de paredes diseminadas
en la noche final del vértigo (en los días de nuestra muerte la claridad
yerta el silencio del alfabeto como una lágrima disuelta en la ancha
desembocadura de los féretros: entonces hemos sido piedra atravesando la carne hemos
sido éxtasis del sudor agobiado estrujados ecos en el espacio de las sienes
nunca estuve próximo a los caballos de la evidencia: inerme el blanco de los
brazos fatal la raíz dulce de las ventanas herida por la ráfaga de los encajes
de la memoria) no era yo siendo el
mismo entonces pensé en cambiar las complementariedades otros espectros: así
busco la luz en los armarios núbiles cipreses entre luciérnagas albercas de
magnánimos destellos ¿podré renacer después de esta racha terrestre? —hundo mis manos en el pájaro de la aurora muerdo el grano de rocío
que queda en mi tacto supongo que nunca es tarde para abrir la puerta del aire
supongo que lo íngrimo no puede ser manzana de la discordia desde el capitel de
los girasoles otra racha de colores en las pupilas otros aperos con vasijas
después de tanto páramo sólo quiero una nieve de alhelíes y trocitos de
fantasía con cierta candidez de pan sobre la mesa después de haber vivido en la
desnudez absoluta comprendo las noches infinitas del paisaje: áspero es el
despeñadero como un reloj negro metido en las vísceras como la risa cercenada
de las luciérnagas —cruzo el triángulo de la tormenta subo las escaleras de los
estambres tarde o temprano lo irreparable lo recupera la conciencia: (toda fatalidad por más cruenta no deja de
ser cordero) yo lo he sentido con mis zapatos dentro de la arena caliente
del calendario si sólo fuera sueño no tendrían razón de existir las alacenas ni
la travesía entre rastrojos —por suerte uno se endurece en el camino: luego el tránsito nos
dice que estamos vivos…
Barataria,
05.V.2013
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