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JAULA
El delirio
en las cuatro paredes de la jaula de este redoble de armaduras de la bruma
ciegos los barrotes junto al sudario de la queja que balancea sus ahoras —nos muerde el césped onírico del insomnio la rama que sobrevive
desempleada de la noche los infiernos virtuales del yo profundo sin
posibilidades de epifanía a ratos la
espesura del estiércol como hostia monástica en la pútrida acuarela de la
ingravidez (la conciencia seguramente es el último reducto del trino) aquí la
imagen autista del diluvio dentro de la primera sábana de la bruma corre al
trasluz el viejo juelgo del hollín mísera sombra pródiga en deshoras —me llueves a diario en la incógnita de los puntos
suspensivos: duendes ficciones
ancestrales el tarot el vudú en la piedra bautismal quizás también la capilla
ardiente de las palabras los brotes de cólera enraizados en los aleros o nidos
del horizonte (es cierto no puedo juzgar
a nadie pero sueño en la libertad sueño con la cólera del olvido y su fiebre de
llave codiciosa sueño en la extensión de los mendigos y con esta suerte de
gastados zapatos con el precio que le debo pagar a lo implacable hoy ¿dónde
están los amigos? todos los rostros y todos los combates los helechos azules
del buen presagio las respuestas al reino de este mundo con sus huéspedes
deshabitados) escupo sobre la cárcel de mi generación sobre la cruz: es un
asunto personal para librarme de los adioses cuestión de no darle las buenas
noches a la ausencia a todo el troglodismo a la carta y a los mimos sin ninguna
excusa tal es la puerta que se abre a los párpados: un fantasma tras otro como
turbios verdugos sin cesantías en la garganta vino y se fue vino y se fue del
tamaño del insomnio vino y se fue entre los dientes del espejismo vino y nació
la ceniza fúnebre la piel petrificada de los vacíos: crece la lluvia quebrada
en la garganta ¿de qué azul es el espejo del mar ahora que lo recuerdo? ¿de
dónde la pieza de museo del disparo la historia lastimera de los atenuantes? (las
curvas de la nostalgia son inmensas cuando siegan la órbita de los fósiles
cuando el aire entra por las celdillas de la fatiga y se gasta toda la desnudez
de las aguas: debo suponer que soy un ciego centinela del tiempo un ciego con
sus propios claustros un destiempo de frutos sobre el olvido) a veces me
habito y saco mis municiones: el misal el escapulario la cruz el repertorio
desvencijado de las espinas y la piel decrépita de las campanas de la noche
¿alguien me espera? no nadie con árboles ni jardines salvo el riesgo: asesino del tiempo la bifocalidad
de espaldas el escalpelo entre los muñones del suelo ¿alguien me espera? Sí la
sastrería de los horarios la úlcera
agria del perro callejero las noticias falaces del hilván mi pecho ahora ávido
de mundo luego entonces sucede que me desbando: me adentro en la impunidad de
las frivolidades así se hace la cosecha del tamaño de las palabras…
Barataria,
03.V.2013
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