Pintura de Tiziano Vicellio
INTIMIDAD
¿dónde están
los ejes del tren que nos arrastra hacia la profundidad de la rosa negra
expulsada del paraíso y trizada por mis manos?
¿en qué sitió quedó el libro sagrado de las sábanas ese aserradero donde
uno se ejercita en el silencio más
audible mientras los ojos descoloran los nudos del azúcar? ante cada noche que
enfrento me aferro al paladar debajo de la semilla a todo cuanto hemos sido
capaces de fundir desde el poema hasta el escapulario de tinta que engendra los
orgasmos a veces fragmentado recorro las calles y cuento las baldosas de los
sueños una a una como quien hace un inventario íntimo de la ráfaga que nos
provee el umbral de la última lápida rotando en el fondo de la tormenta casi
siempre derivan nuestros pies del golpe del césped absorbido en las paredes
crecidas de los senos ¿moriremos algún día en aquello que siempre nos mantiene
delirantes? —quizá el manicomio enfurece nuestros dientes cuando el escalofrío
fulmina este desollamiento apetecible cuando todo parece abrirse a los cuatro
costados del mar respiramos la propia timidez cuando despojados de los ojos
descendemos a la leche espesa de los ijares y a la transparencia que sólo da el
calendario en el cofre de la nieve el litoral refrescante de tu sombra las
bocas en la flor del magnetismo guardo cada palabra cada gesto guardo todas las
noches negras y las visiones perversas del futuro y esta soledad que siempre está conmigo: cada
luciérnaga es un grabado de transparencia en el ojal rescatado de las
fluorescencias un recinto donde se juntan la migración del aliento con la
historia que nos susurra en la almohada nada es extraño pero también agonizan
las palabras vencidas para los días venideros las telarañas colgadas de los
aleros y hasta el pulso precipitado en la ceniza en medio de la bruma siempre
hay nostalgias y pequeñas calles donde se fuma a deshora la hoja de los
insectos en el barco de las sienes nada
se es cuando invaden nuestra conciencia las fotografías de Maldoror la ópera
incalculable del esperma en el suplicio de la hostia levantada por el filme
alrededor de la escarcha a veces es necesario morir en la infancia del alma
para no tener que platicar con la metamorfosis del agua ni con el búho que se
precipita en el pecho de pronto la única idea sensata es romper el poema y
pegar los pedacitos en la ventana de la respiración del árbol cautivo
Barataria,
30.X.2012
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