viernes, 2 de noviembre de 2012

LEJOS DE CASA

Imagen tomada de bancodeimagenesgratis.com






LEJOS DE CASA




La voz se yergue frente a la fotografía del ícono de la casa perdida en el sin rumbo de la antítesis la voz interior suena larguísima suena queda en los dedos de la hora en la forma que dejan los espadrapos en la piel duele el trajín de la fatiga en el ixcanal de la altura cervical de la asfixia: estrecha el dudoso camino de los encajes el celaje fugaz de los jardines inalcanzables enseguida descubro la sangre empozada en los pergaminos de los estrechos columpios de la gota derramada de la historia aquella sonrisa respirando en las pulgadas del camino posesa de un murmullo de aleteos entre sombreros sostenidos en el patio de lo desconocido los atavismos frente al umbral de la puerta las ventanas indescriptibles de los amarillos el ojo en el camastrón de las circunstancias: el pecho pese a todo revienta sus propias piñatas en especial cuando abrimos la ventana superior del revoloteo ahí las macizas entrañas de lo embebido no la estancia erosionada por los métodos del raciocinio lejos de casa aprendemos la difícil tarea de reconocer a la gente en sus diversas alzadas ¿volveremos a caminar sobre alfileres después de simplemente golpear el deseo? ¿volveremos al calor sin vehemencias sin analgésicos en los tendones?  babeamos en el populoso lavatorio de la cotidianeidad aquello de la semioscuridad es sólo un artificio ¿contemplamos después de todo al niño que llevamos dentro de manera inequívoca sin absurdos? tenemos una larga tarea ahora que las semanas levantan las persianas de la superficie la filiación me sostiene irremediablemente frente a mí la sombra alucinante el incendio imperceptible de las palabras el tragamonedas desconocido del ahogo la realidad que no descansa mientras duermo en realidad la luz ya no nos importa aprendimos  a oír la levedad del aquí estoy con golpecitos de respiración excepto las estatuas nosotros podemos tocar los nudillos vívidos padecidos de las palabras sufrirlas descalzarlas entender el pujido de la brizna murmurarlas en el clítoris del dormitorio y entrar al suburbio diluido de la almohada lejos de casa claro aprendemos las otras fosforescencias del reloj: aprendemos a soñar rendijas irreales como todo lo que petrifican los recuerdos

Barataria, 25.X.2012

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