Imagen tomada de/atinachile.cl
DINTEL DE LA HERIDA
Cuelgo de la parte superior de la ventana, el aliento de la ruda y el muérdago, el aletazo visible de mis sienes, la primera imagen del tronco del sendero, la túnica entrañable que quema los poros, todas las formas posibles de los meses con la herida que siempre permanece abierta a la par del altar mayor del recuerdo: uno es apenas una leve brisa en medio de la nada. Uno es el conjuro de cierta ebriedad desconocida, sombra audible en el claroscuro de la ropa tendida en el traspatio de las abejas. En el dintel, el azote de las profecías con su funesta alacena, olor a espejos ebrios, huésped sin ropa en la melancolía: allí el subsuelo invertido del espacio, el hollín pulverizado de los libros, el cuero del hambre desvaneciendo la carne, —Vos, sin duda, con el cristal lúgubre de la salmuera, a la orilla de los días deteriorados, extratextual en el sombrero de mi espiga, noctámbula en las banderas de la lluvia. (A veces no hay salida para lo inmanente. La mala ortografía de los poros no soporta ninguna alegoría, ni la embriaguez del desvarío de la melancolía.) Somos y no somos. Allá en el patio fugitivo de la llama, la tiranía de nuestras propias oscuridades nos amarra, nos acecha siempre como un ritual de turbulentas aguas. En la historia, la nuestra, siempre el disparo de la piedra golpeando las sienes, siempre las gotas de hollín como un mal presagio. Que el tiempo nos afirme en el presente para cambiar la fatiga implacable. El pasado sólo deberá ser una referencia a todo el dolor que hace perder las certidumbres.
Barataria, 21.VII.2012
2 comentarios:
Hermoso fragmento de lo doloroso de la vida que siempre nos tizna de oscuridades preteritas y mal olientes...
Estúpidos, nosotros -los humanos- que somis incapaces de despredernos de las piedras wue trastocaron nuestras vidas.
Un aaludo, amigo. Ann@
PD A ver si tienes un huequito para leer y postear en mi blog èl último relato -erotico- te gustara. Thanks
Gracias, querida Anna, por tu mensaje. Y desde luego, haré lo que me sugieres.
Un abrazo,
André Cruchaga
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