miércoles, 11 de julio de 2012

MUTACIÓN

Imagen tomada de/imagenzone.net




MUTACIÓN




Sospecho de la embriaguez de la libertad y en cuanta eternidad hunden los espejos en su clisé de matadero, herbívoro inconsciente del vacío de los orgasmos kantianos de la sed. La realidad del vilipendio está en la boca de la puerta del espectáculo orgásmico del campanario, pocas salidas hay para renunciar o despolitizar las púas que los cadáveres clavan en las alambradas de los adoquines del presente. Falsedad o maldad, lo cierto es que la acumulación de fantasmas se roba el cierzo y, los anatemas, una realidad en medio de la turba del suicidio, en la estética del sombrero de la sombra que trasluce el espejo desgarrado de su prójimo. Vivimos la balanza del desquiciamiento: nos aplasta el status quo de la modorra cruel de los lavatorios, cristianizados en la penuria de las piedras, lanzados a la oscuridad de los antagonismos; vivimos una especie social de antropofagia, a cada cual el lejano mundo de las hipótesis, (dónde está Heidegger, escéptico; el quiasmo de llorar no lloro, los vestigios de la esquizofrenia?) En la espiral de humo exclama el ego, muerde el hedor de la belleza no pensada: volvemos a la tragedia del día a día y a sus escaleras apocalípticas, a los sueños torcidos de los muelles, vívidos sin embargo, después de constatar el moho en los encajes del sexo. Toda poesía es relativa, un estigma violento de la realidad, en donde el alfabeto es completamente una paradoja, (¿trasciende lo inefable?) quién puede afirmarlo, después de caminar largas espumas de lo fatuo, después de conversar con la orgía de lo falso.

Barataria, 11.VII.2012

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