Imagen tomada del facebook de Elane Tomich
SOMBRA DE LA AUSENCIA
Confuso el tiempo, sí, sombra de la ausencia todo aquello que el viento removió para los confines. En algún momento, —no sé cuándo— dejamos de ser presencia, faena, piel cumplida; el rito de las acrobacias, no siempre nos devuelve el vaivén, ni la Bolsa de valores se arquea a nuestro favor, ni el cuento de hadas nos prolonga la fantasía, ni la leyenda hará que nuestra muerte sea impecable en un País donde el desconcierto es unánime. Por cierto que estamos condenados, cada vez más, a lo incierto, a la condición de amanuenses del azogue, a las estrafalarias sumas del quejido colectivo. En medio de un juego de naipes se vuelven intangibles los orgasmos, acaso porque también, la ansiedad priva sobre el nosotros, la parábola de la intemperie, las sombras trasegadas de la almohada a la saliva. Ante cada ausencia me refugio en los recuerdos, qué mejor manera de flexionar todo lo sustantivado, las aguas de la desnudez en las ingles, el lavatorio de la hoguera en la respiración de los meses de sonambulismo y demonios que uno carga en el armario de las costillas. Sin pensar en otra mesa, me aferro a ésta que guarda mis vísceras, y hasta el anticipo de mis postrimerías. Toda compañía, fluye al final, como esa sombra de la ausencia que se hace más tangible cuanto más se anhela la quietud. Cada pájaro en su rama es una sombra en los hombros del viento.
Barataria, 27.VII.2012
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