domingo, 3 de abril de 2011

POSESIÓN DE LA LUZ


Donde el rastrojo descansa, el ala muerta, el abrigo sin cuerpo,
o es sólo la luz anticipada, el tiempo alado en el sofoco.
Despierto del olvido desvivido: del mismo pasmo que busca trozos
de vida, —amanecer de la luz sobre las paredes del tiempo,
oscuridades sin tregua en la hostia del balcón prohibido;...




POSESIÓN DE LA LUZ




he tenido una muerte cubriéndome la vida,
he tenido una rosa tirada sobre la sangre,
he tenido allí un mar de siete golpes…
JOSÉ CARLOS GALLARDO




Donde el rastrojo descansa, el ala muerta, el abrigo sin cuerpo,
o es sólo la luz anticipada, el tiempo alado en el sofoco.
Despierto del olvido desvivido: del mismo pasmo que busca trozos
de vida, —amanecer de la luz sobre las paredes del tiempo,
oscuridades sin tregua en la hostia del balcón prohibido;
no descanso en estos dientes de la memoria, es diaria la redondez
de los candiles, el reloj de la nostalgia que alguna vez fue puerto,
la luz en plato sofocando los albatros,
el abrigo alado de la aurora,—humea la luz en las manos como
el antiguo fuego robado,
despierta el reloj trashumante del aljibe,
el terrón de los sentidos en el zaguán del agua,
los años que transitamos en la instantánea memoriosa de los sentidos:
—habitamos cada agonía junto al llavero rumoroso de la perseverancia,
junto al pergamino de la almohada que nos dio su respiración atávica,
el otro ojo del incendio de la misma cara.

(El río del tiempo nos cubre y nos descubre: la luz también tiene
aceras ciegas, tejados amarrados a los pájaros, callados nombres
de luciérnagas, y sermones de azúcar.
Nunca he olvidado la oscuridad que durmió en mis poros, que anduvo
en mis zapatos, en el vacío poblado de rastrojos.
Todavía los niños juegan con las sartenes del alfabeto:
tal vez porque las cometas son objetos extraños, quizá porque las calles
siguen siendo oscuras y sólo hay espacio para carros blindados
y enjutas sonrisas como los años de olvido.
Sobre el mimbre de la paciencia, leo la lección de los balcones,
—las páginas de la luz sobre el cuaderno, el aire blanco de la acequia
que aprende la tempestad del horizonte.
En cada camino resuelto de la luz, la luz en el umbral, la luz
haciéndose agujero, solemne pizarra del mapamundi,
río en cuya tiza, cabe también la hidrografía del cuerpo —tuyo y mío—
como un solo yacimiento de campanas.)

No siempre fue así la luz en el tacto: primero hubo oquedad y ecos,
innumerables sombras, habitadas oscuridades en el entresueño,
y hasta reiteradas piedras sobre la mesa.
Ahora la luz es posesa de mi alma: la oscuridad sólo es un rincón
en miniatura y tampoco cabe en el bolsillo, —el único ojo que me avizora
es esta luz de girasoles, el papel de colores del azúcar
y un roce de palabras inequívocas…

Barataria, abril.2011

1 comentario:

LEDESKA dijo...

... pero hay una luz que ya no callara nombres y que suelta pájaros de los tejados.. tus pájaros que no dejan de volar en los versos y que descansan de vez en vez en tus zapatos... muchos silencios para ti... y ruidos de luciérnagas.


Ledeska