domingo, 17 de abril de 2011

JUNTO A LA PIEDRA, LA SAL TEÑIDA DE CABELLOS


A veces, el espejo no transparenta la desnudez de los colores,
ni es posible dibujar la risa en el calendario: la poesía es más profunda
que cualquier abismo de muslos y abdomen,
más que el grito desaforado en algún trapecio de sábanas;...




JUNTO A LA PIEDRA, LA SAL TEÑIDA DE CABELLOS




There's happy love everywhere I look.
Every page I turn I can read between the lines…
HOT CHOCOLATE




A veces, el espejo no transparenta la desnudez de los colores,
ni es posible dibujar la risa en el calendario: la poesía es más profunda
que cualquier abismo de muslos y abdomen,
más que el grito desaforado en algún trapecio de sábanas;
(ríen las piedras embriagadas en su trasmundo: las hojas secas
manos mínimas del tiempo,
la palabra al cuello de la evidencia,
todavía caen plumas abandonadas de los árboles, libélulas,
lentos acordeones enmohecidos, umbrales de olvidadas puertas…)
en la cabeza sangran al límite los pájaros, la noche que cimbra
las sombras, los envejecidos insectos de los cirios, el silencio que lamió
el muro de los calendarios.

Al parecer, —la obscenidad tiene sus seguidores de noctámbulo
amasijo, palabras y palabras fragmentadas en la saliva, vidrios
abollados por la propia imagen y no necesariamente impolutos.
Hay algunos caminos de escarpado cascajo, flamas sin escaleras,
guijarros entre la breña,
días caídos al viento, —antes, fácilmente mordíamos el anzuelo
de las siete cabritas, el bosque del cuento con bellotas de algodón,
la infancia con crayolas de carbón, (el enigma no tenía hierros
de oxidado tiempo como la leña que más tarde consumió el fogón de casa
 con todos los oficios domésticos)
después he tenido que recoger las cenizas del horizonte,
hacer invisibles los deshielos de la violencia, devolverle a la voz su rama
de incienso, trabajar en la tierra estéril de la piedad, cultivar geranios
de paciencia, armar la paciencia entre tormentas, olvidarme de la forma
oscura de mi País,
(por aquello de los fantasmas que pululan en las calles)
restablecer mi conciencia antes que la noche caiga y sea demasiado
tarde. —Ciertas habitaciones se vuelven embudos asfixiantes, la cárcel
por ejemplo donde han declinado las lámparas y sólo impera,
el submundo de los hedores y el diente de los grises.

—Ante lo insostenible, es mejor reír. Rubricar la carcajada en las uñas;
ayer, tampoco hubo pantanos limpios,
sino demasiada ciénaga para resistirla, ejército de palabras huracanadas,
(guarismo de equívocas copas y ralea, en medio del golpe de la sartén)
granos de vileza como noches de tupidas piedras.
—Los abuelos me dijeron que: “los caracoles en cestos, resultan
Indigestos”; y bien que así es, pues, en los surcos del sueño, la insania
y lo herrumbroso, fluyen como racimos de aguas.
Al final, lo único cierto es que, el párpado en la claridad no capta
toda la transparencia. La oscuridad hace también lo suyo…

Barataria, abril de 2011

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