viernes, 4 de junio de 2010

AVANTHORITZÓ DE L’EXTRAMURS-poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó

Nit de la sang lliurada als cementeris. Avanthoritzó
De les portes, extramurs de penyals l’estàtua del dia
Amb tota la memòria calcinada. Al darrere fou ombra la formiga de l’aire,
Punt ambigu el piano del celatge,...
Pintura del maestro Francis Picabia








AVANTHORITZÓ DE L’EXTRAMURS
poema d'André Cruchaga traduït al català per Pere Bessó








¡Ay! —dijo el ratón—. El mundo se hace cada día más pequeño. Al principio era tan grande que le tenía miedo. Corría y corría y por cierto que me alegraba ver esos muros, a diestra y siniestra, en la distancia. Pero esas paredes se estrechan tan rápido que me encuentro en el último cuarto y ahí en el rincón está la trampa sobre la cual debo pasar.
—Todo lo que debes hacer es cambiar de rumbo —dijo el gato... y se lo comió.
FRANZ KAFKA








Nit de la sang lliurada als cementeris. Avanthoritzó
De les portes, extramurs de penyals l’estàtua del dia
Amb tota la memòria calcinada. Al darrere fou ombra la formiga de l’aire,
Punt ambigu el piano del celatge,
El teló de pedra davant dels ulls, la branca del mar que afona
Anhels, l’ombra davant la llum de l’iris, l’escultura cega de les xarxes.
La línia de l’ocell perd teulat i trinxera.
El somni comença en la dèbil fulla de la branca, però sucumbeix
En les quaranta nits de pólvora i ombres. En la pedra erigida
Per a tancar la planície, en la gangrena de hui sense gratacels.
Els espills davall del mar llepen el paradís perdut de les ninetes.
Tot i enmig de la respiració patètica de la nit el pensament
Mai no sucumbí als pantans: mai el xàfec no trencà la finestra
De l’enlluernament. Més aviat serví per a llavar l’escòria.
Doní el somriure com clau d’un horitzó sense ermassos;
Doní el rostre i evoquí la fantasia, perquè “Aquila non capit muscas”,
Però sovint la fullaraca vola com ocells cecs.
Doní les meues venes a unes altres boques. I tanmateix enraoní campanes sordes.
Descobrí les falses lluernes en les randes dels cantons;
Ara la meua sang és negra i sospitosa com aqueix ull de serp
Dels huracans. —ara necessite reflectors per a banyar-me entre
La multitud de l’arna.
—De sobte no se sap des de quin carrer es veu millor l’horitzó. Tampoc
Si la flaçada abastirà com a clauer o amulet.
Davant de tanta foscor s’aprén a veure la llum. Davant de tanta purulència,
S’esdevé necessari depurar les toves de la casa.
En algunes bigues creixen rius atroços. És el rostre viu del parrac. L’unt
Ebri als ulls, la paranoia de l’alé procaç, l’iman del grill
Que multiplica el seu escalpel a les oïdes. —Fins quan els còdols
De consciència plantant feroces estridències? Fins quan la roba
bruta en els xuclamels, com un alambí del paisatge?
—Els cascos ens posen el seu mar de ferro. L’horitzó el seu color
D’oroneta. La sucrosa treta de les pústules del foc sense ulls.
L’orina com illa al matalàs de les bategades.
El mur sense forats per a escoltar l’eco de la veu.
Les violes petrificades en la desraó de l’ordre de les simetries aparents.
L’engany i la truculència com un bosc de romegueres seques.
—Qui sap si l’oblit és el millor analgèsic per a la memòria,
Per a no recordar on estiguérem en el somni,
Per a saber que l’horitzó pot ser un somni suïcida?
—Potser ho sabrà en acabant, quan l’arrel serà fulla i volaran més ocells,
Sense el perill de la riallada malèvola…
Baratària, 23.V.2010







ANTEHORIZONTE DEL TRASMURO







¡Ay! —dijo el ratón—. El mundo se hace cada día más pequeño. Al principio era tan grande que le tenía miedo. Corría y corría y por cierto que me alegraba ver esos muros, a diestra y siniestra, en la distancia. Pero esas paredes se estrechan tan rápido que me encuentro en el último cuarto y ahí en el rincón está la trampa sobre la cual debo pasar.
—Todo lo que debes hacer es cambiar de rumbo —dijo el gato... y se lo comió.
FRANZ KAFKA







Noche de la sangre entregada a los cementerios. Antehorizonte
De las puertas, trasmuro de peñascos la estatua del día
Con toda la memoria calcinada. Atrás fue sombra la hormiga del aire,
Punto ambiguo el piano del celaje,
El telón de piedra frente a los ojos, la rama del mar que hunde
Anhelos, la sombra ante la luz del iris, la escultura ciega de las redes.
La línea del pájaro pierde tejado y trinchera.
El sueño comienza en la débil hoja de la rama, pero sucumbe
En las cuarenta noches de pólvora y sombras. En la piedra erigida
Para cerrar la planicie, en la gangrena de hoy sin rascacielos.
Los espejos debajo del mar lamen el paraíso perdido de las pupilas.
Aún en medio la respiración patética de la noche el pensamiento
Jamás sucumbió a los pantanos: jamás el aguacero rompió la ventana
Del deslumbramiento. Antes bien, sirvió para lavar la escoria.
Di la sonrisa como llave de un horizonte sin páramos;
Di el rostro y evoqué la fantasía, porque “Aquila non capit muscas”,
Pero a menudo la hojarasca vuela como pájaros ciegos.
Di mis venas a otras bocas. Y sin embargo platiqué con campanas sordas.
Descubrí las falsas luciérnagas en los encajes de las esquinas;
Ahora mi sangre es negra y sospechosa como ese ojo de serpiente
De los huracanes. —ahora necesito reflectores para ducharme entre
La multitud de la polilla.
—De pronto uno no sabe desde qué calle se ve mejor el horizonte. Tampoco
Si la cobija alcanzará como llavero o amuleto.
A tanta oscuridad se aprende a ver la luz. Ante tanta purulencia,
Resulta necesario depurar los adobes de la casa.
En algunas vigas crecen ríos atroces. Es el rostro vivo del harapo. El tizne
Ebrio en los ojos, la paranoia del aliento procaz, el imán del grillo
Que multiplica su escalpelo en los oídos. —¿Hasta cuándo los guijarros
De conciencia plantando feroces estridencias? ¿Hasta cuándo la ropa
Sucia en los chupamieles, como un alambique del paisaje?
—Los cascos nos ponen su mar de hierro. El horizonte su color
De golondrina. La azucarada sacada de las pústulas del fuego sin ojos.
La orina como isla en el colchón de las palpitaciones.
El muro sin agujeros para escuchar el eco de la voz.
Los alelíes petrificados en la sinrazón del orden de las simetrías aparentes.
El engaño y la truculencia como un bosque de chiriviscos.
—¿Quién sabe si el olvido es el mejor analgésico para la memoria,
Para no recordar dónde estuvimos en el sueño,
Para saber que el horizonte puede ser un sueño suicida?
—Quizá lo sepa después, cuando la raíz sea hoja y vuelen más pájaros,
Sin el peligro de la carcajada aviesa…
Barataria, 23.V.2010

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