sábado, 26 de junio de 2010

AGUAS ABAJO, LAS CORTINAS DE LA LLAMA

Veo el pañuelo de las aguas y la llama flotando en mis pupilas.
Adentro se desplazan los nombres de las sábanas.
El ataúd que parte como una escama de mis ojos. El brazo que nunca
Tuve en mi cama, el sueño mojado de la luz en mis manos.
Ilustración: Imágenes gratuitas






AGUAS ABAJO, LAS CORTINAS DE LA LLAMA





…un mundo de sombras desvaídas me llama
y un sueño interminable… me convoca.
MARÍA VICTORIA ATENCIA






Veo el pañuelo de las aguas y la llama flotando en mis pupilas.
Adentro se desplazan los nombres de las sábanas.
El ataúd que parte como una escama de mis ojos. El brazo que nunca
Tuve en mi cama, el sueño mojado de la luz en mis manos.
Abajo no quedan pies ilesos, tras la flama que los quema. Abajo —digo—
Aunque en realidad es todo el cuerpo quemándose fortuitamente.
Los folios de la noche agolpan la sombra de este mundo incierto:
Apenas queda la memoria agolada en la respiración.
El mal quema la mano abierta de la mañana. El destello derramado
De la ventisca. El semáforo redondo de los búhos.
Descubro el hilo tenue del dintel, sombrero del fuego sobre la sonrisa.
Descubro los meses en la hondonada del fuego. En esa prehistoria
Que repta en las pupilas.
—El minuto seduce las ascuas del sueño. La lluvia soleada en la fronda
Del tacto, la espuma líquida del ascua. Es mejor el olvido sin mares.
Las islas dibujadas en las sombras del papel rayado. Las cortinas
Del costado a la tormenta, el candil blanco en el atrio de los ojos.
Existe esa sensación de sangrar en el incendio. Morder todos los sentidos
Y el ángulo de las ventas, las cornisas, los aleros, el tragaluz que nos bebe
Con incierto itinerario.
De pronto, vivir es ir abriendo, sin más, las fechas del calendario:
Masticar la ceniza de un cigarro, lamer la parafina de las sombras, morder
El hilo débil del aire, desahuciar el óxido de las córneas, revelar el otro
Espejo de la cara, viajar en el tren del silabario,
Morder el túnel de los proscritos por el sueño, bajar o subir hasta último
Vagón del ala. De pronto la redondez de los anillos es inverosímil.
Y probable la penumbra de la habitación, el vaho a prueba de paredes
De la memoria, —así nos movemos de cara a las ramas de la ciudad,
De frente al panal que descubrimos con signos de oculta dolama.
Aguas abajo, las viejas cortinas de la llama: el cuaderno gastado: espejo
De la sombra, vitrina del desalojo, —la saliva calcinada en las uñas,
El sofá acechado por el despojo, el labio clavado con el puñal de la escoria.
Mordemos, sin pensarlo, aguas abajo, la página quemada del tránsito:
Esos días de doble punzón. La noche descubierta en el vacío, —la brisa
Del falso fuego de la memoria, o el acuario fangoso del murmullo,
Donde los zapatos acuden al insomnio…
Barataria, 15.VI.2010

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