Imagen cogida de la red
VERSIÓN DE LOS RECUERDOS
Tras la carta del viento y los
adioses, el imán de las estatuas
con tórridos pájaros. (Debo interpretar las servilletas en
retrospectiva),
y esos vidrios lejanos de la
avidez.
Rehúyo a los nombres gastados por
el asfalto y los panes, a las edades
envenenadas de la almohada, a la
cicatriz atrapada en el vaho de raíces.
—Nunca entendí los bolsillos
contritos de la bruma, ni la nicotina
como un transeúnte instintivo;
fue otro el viento y la carta que
escribí a continuación del fuego: olvidé,
—por cierto—, el juego de
desvestirme y la declaración lúdica de los puentes.
Ya la memoria ha perdido los
pormenores de los puertos.
Sólo quedan las erratas.
Barataria, 04.II.2014
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