Imagen cogida de: artinaid.com
CARBÓN
Era la noche y el filme negro de
los pensamientos en el grafito.
Era el ala oscura del cuervo
jugando sobre el espejo.
Era el ojo inocente sobre la
caspa interior de los baúles. (El
hacinamiento
de las pesadillas como los caballos al galope de la sed.)
—Un día me desperté y sólo tenía
el aserrín de mi olfato, los escombros
de la ceniza y las ojeras húmedas
de la leña.
Era la conciencia y sus barrotes
podres, herrumbrosos, como el corazón
mordido por el polvo,
como los guantes acumulados del
humo en las sienes.
Ahora sé, —desde cualquier
imaginario— que en el haz del pálpito,
se incuban tormentas y paredes…
Barataria, 29.V.2013
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