Imagen cogida de la red
ROCÍO
Por cierto, cada mañana, la
sombrilla del árbol, desprende ese juego
de nostalgia. ¿De qué manera
petrifico el susurro de la gota que cae?
—En la fiesta del estertor, los
ojos adentro inventando el clímax,
el rumor de unos labios
trascendiendo en mi pecho;
cuando a la ventana se asoma
inagotable el racimo alado del aliento,
pienso en toda la sed que habita
la memoria.
¿Es fugaz la claridad de esta
brasa de ansiedades?
—Sé que es compañía y no
herradura su fragancia: soy el azor herido
que busca redimir las oscuras
ramas del estío.
(Ya no sé si muero lentamente en esta febrilidad que me envuelve;
porque a ratos el destello, hace visible el hollín que habita en
mi sueño.)
Aún así, corro el riesgo de
caminar con el hondo madero en mi pecho.
Barataria, 18.VI.2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario