Pintura de Robert Motherwell, cogida de Pinterest
PRONTA CENIZA
Nunca mencionamos las heridas que producen el
olvido y el alfiler de andrajos de la boca y los extravíos que oculta la noche:
envejecen las infancias igual que los caminos resultan un poco siniestros los
brazaletes de polvo colgando del pecho lo mismo que los tahúres que trafican
con la esperanza a merced de tanta cicatriz de semanas de cascajo y piedra
pómez ¿En qué lugar dormimos a fin de que el corazón guarde su mesura? ¿En qué
sueño uno puede escapar del paraguas ahuecado de las armónicas y de la ropa
exagerada de las mentiras? Un caballo de dolor rompe los cristales fríos de la
sombra el drama araña los cuerpos tibios de la muerte y atraviesa el subsuelo
sin contener sus dedos mutilados en las bisagras de la burocracia solo cuentan
los juegos perversos de los peces a pequeña escala y las migajas como colosales
tambores los bolsillos se arrepienten ante la escoria de los centavos: el sudor
no sólo empaña los ojos sino también las manos y sus cansancios en las arrugas
mortecinas de las ojeras siguen siendo válidos los amuletos a la hora del
desayuno el perro enroscado en su bostezo de paladar agrio en el desfiladero
del zambullido lo fúnebre siempre resulta abominable: en las extremidades del
país las castraciones tienen vida propia tanto como la vigencia de la vida
ciudadana tanto como el humanismo de la apariencia tanto como la estupidez de
la inocencia dentro de la concentricidad de la vena rota los tristes monumentos
a las palabras furtivas o la risa desdoblada de una ventana o las calles con su
monocromía de imanes y apetito a la hora de la desmesura (vos) en el tropel de
lo pútrido al límite del mimbre oscuro de los estribos la progresión destruida
del tiempo en el lugar de los líquidos seminales la cercanía de gargantas
moribundas o la pronta ceniza en la rotación del destino: en el tren de la
mirada lo legumbre del tizne sobre las cortinas de la sed a menudo uno anda esos
caminos presentidos como el amor profundo: lavo mis manos y pies y ordeno la
cobija para no quemarme en los recuerdos…
Barataria, 2017
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