Imagen cogida de la red
PATIO DE RESIDUOS
En el fogón paralítico de las córneas el
frenético reojo de los desfallecimientos el casco de los clavos agonizantes la
polilla hasta el cuello de las tentaciones a menudo los recuerdos son apenas
anteojos tísicos de un castillo de naipes a merced del viento: en los pies
naufragamos de púas y de geografías donde abaniquean los estornudos del hueco
yerto de los maniquíes me resulta extraña la pérdida del alfabeto con sus
curvas de sordo sexo supongo que siempre es así cuando la ceniza se desnuda en
las manos y en el ojo ya no caben las fotografías halagüeñas esas que engendran absurdos en el pecho:
mientras se extingue lentamente el paraíso voy también acumulando las
deformidades de la rotura leo los desteñidos muñones de la mutación las lápidas
de musgo de las orillas las burbujas milimetradas del subsuelo tan cercanas a
esa otra ciudad de lo oscuro: toda cercanía es un envoltorio dejado en los
andenes visible en lo efímero de los adioses real como una de las tantas formas
que posee la muerte hoy en día en el territorio de lo innombrable no queda nada
solo los manuscritos de la noche y el obstinado patio de los residuos —por cierto siempre está presente la sensación de que el umbral
es luz tardía forma indecible de la sombra la luz al fin y al cabo es otra
cobija con sus deformidades otro baile en declive donde amanecen quemados los
jardines las aguas notariales de la herida el galope de hastío del suspiro todo
es madera incinerada atrozmente se parten las aguas mientras andamos las
cuarenta lágrimas como residuos de todo lo andado tirados los ojos al
sonambulismo de las osamentas se precipita el cántaro roto de la muerte con sus
brazos de infiel litoral: todo expira tras los despojos propios de la
masturbación de la sumergida
incandescencia del pez tras el éter imperioso del cuerpo —si alguien sobrevive de seguro tenía doble espejo para
respirar…
Barataria, 2017
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