Imagen cogida de la red
ANTESALA DE LA BRASA
Semejante a la metamorfosis de los tiliches esta
furia de limosnas audibles en los nacimientos y las calles con la boca rota
quiero desliar este dolor perenne que golpea desbordado en su locura es extraño
el fuego en el cuello de la pupila extraña el ala en una cobija lánguida a
veces solo el espejo descifra los miedos en la copiosa estatua de las mortajas
en medio de los témpanos de una tormenta inenarrable: advierto la tempestad sin
pararrayos y la castidad de la llaga que apuntala el aliento siempre me invade
la conciencia urbana de las aceras la oscuridad penitente de los absurdos a
veces solo la herida sin cauterio en el muro de los sepulcros siempre está
presente el escalofrío con sus puertas a punto de la huida y de sajar el ijillo
de la brizna cruzo las monedas sórdidas
de la entraña: la carne entonces con su dolor de precipicio calcinado entre
tantas concavidades lo insólito de la espuma la extraña luz del pájaro y la
manera poco decorosa de morir de las moscas en una mesa infestada de delirios hierve
lo hosco en el infinito de las ventanas: hay portales de pesadillas hasta el
punto del grito o las plegarias del fermento en una noche de aullidos —en la antesala de la brasa la belleza y sus dolores de parto
el búho de sal en las axilas o la lengua sobre un féretro todos los cuerpos
desaparecen en la noche ciegas las mutilaciones gotean ojos de rotaciones
amarillas caen desde el desvanecimiento de la frialdad: oscuros puentes de
telarañas entre piras sostenidas por la dentadura de la ruina ahora sé que en
la lengua ciega de los ceniceros existe una paciencia de colillas y una
perpetuidad de hastío desnudo en mi lucha por esquivar la porfía de los
mausoleos pierdo la noción de las calles y me adentro a la tierra: allí crece
el fragor de lo remoto y el silencio lo perpetuamente cambiante del filo de la
entraña…
Barataria, 2017
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