Imagen cogida de la red
LECTURA DEL MAGMA
En medio de la masa profunda de
los estertores, emigra el ave de sus ojos.
Oigo los ecos de las aguas
derretidas: piedra sobre piedra, un idioma volátil,
todo el abismo abre las ventanas.
Después los nombres oscuros en el
paladar de la zarza.
Después los dominios de lo que
apenas nos sobrevive: las figuras deshechas
del tiempo, la escritura de
ceniza en la piel.
Cada boca es como una espada
sobre los muros enlutados de las monedas;
en la disputa de la desnudez,
gana la sed y sus frustradas normas de urbanidad.
En el extremo de la cerradura, la
estantería de lenguas del más allá.
Hay largas devastaciones a
contragolpe de la polilla, irremediables negaciones
para el desahogo, camisas
arrugadas de horarios,
y recuerdos líquidos adscritos a
mingitorios públicos.
Uno ve a diario los paraguas
desmoronados en la boca, el estribillo certificado
de la democracia, las calles que
soportan los compromisos de la lluvia,
junto al disfrute aditivo de las
moscas.
—Mientras el espectáculo continúa,
se debate el destino de la claridad
y las palabras que nos rodean
totalmente en la confidencialidad del tiempo.
(No sé por qué el recuerdo debe confundirse con la melancolía, ni
sé de qué
barcas salen los puntos cardinales, las grutas destejidas de la
boca,
los lavabos torturados del ego.
En el altar del tizne, hace nudo la otra cara oscura de la
desnudez.)
De seguro, ante el sofoco, otros
estarán fascinados de conjurar contra
el pavimento y los ataúdes
irreconocibles de sed…
Barataria, 10.VIII.2015
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