jueves, 27 de agosto de 2015

LABERINTOS LÍQUIDOS

Imagen cogida de la red




LABERINTOS LÍQUIDOS




Desde el mar incierto del subconsciente, los anónimos minutos del filo,
las ojeras de la identidad en medio de la decrepitud de ciertos lugares.
¿Cuántas aguas oscuras inundan el deseo ferviente de las eyaculaciones?
En la memoria, descalzos los escalofríos de los paraguas,
el matorral antojadizo de las palabras,
los orgasmos de la vigilia entre los corchetes de las esquinas del aliento.
En la boca del tráfico, sentimos la onda expansiva de la saliva: a las aguas
le debo la memoria, el párpado esquivo de los días absortos, los artificios
fúnebres de las almas, el trabajoso olvido que tienen los ataúdes.
Me adentro a los aullidos de lo torrencial: en la marea se revela lo volátil
de las aguas, la tempestad afilada de los ijares,
la lengua y su disperso laberinto, el territorio adentro de la raíz destinataria,
junto con la ciega neutralidad del semen.
En el sollozo a fondo de los pájaros, la cobija en desequilibrio frente a los ojos;
todo puede suceder mientras no bostecen las luciérnagas.
—El tiempo nos contagia de manera desmedida; no existe parábola
para dejar de sangrar en este delirio de esqueletos y máscaras.
No existe el absoluto, cuando somos apenas sombra en otros rostros.
No somos muralla, ni firme muro, cuando en realidad el respiro es efímero.
(Pese a los tantos años de espera y movimiento, todo fenece como está escrito;
el disfraz quizá sea el único hallazgo)…
Barataria, 19.VIII.2015

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