Imagen tomada de meteorodeperu.wordpress.com
DESTINO
Pienso continuamente en los jardines, acaricio el cielo y la ternura.
Hoy no hay muchos para reinventar los párpados,
en la franela roja de la luz, los días de náuseas acumulados,
el fondo clandestino de los armarios,
las miniaturas de barcos en el fondo de mi habitación.
¿Qué se hicieron las golondrinas y los silencios necesarios,
los antojos que a voluntad
del insomnio pululan en mis pensamientos?
Pienso que es demasiado tarde para las absoluciones.
Tarde para huir o quedarme,
tarde de todas formas para tener un cuerpo de urgencias:
tampoco el sostén de la noche es un refugio seguro,
salvo en las bodegas de mi propia saliva,
quizá en lo ancho del fermento del índigo.
(Las aves y la noche
¿Dónde están sus campanas?
Las semanas sin celda ¿dónde gritan?
¿A quién obedece mi voz en medio del grito,
sobre la colmena del petate?)
En la otra vida purificaremos bien las mandíbulas y la habitación,
los jardines completos como vos encima de la mesa,
el patio del mapamundi en mis aguas,
apretada en la lengua del amanecer.
El estribillo de su nido es mi puerto.
Me reencuentro con semanas de mapas y riesgos,
con las sombras redondas de los espejos,
escribo líneas largas sobre los poros,
deletreo la cábala la misma romería de la nuez en el celuloide
de lo insondable.
Aún no sé el rumbo.
El rumbo de los panes es incierto,
el juego ya no está al alcance de mis deseos.
Veo el paisaje y la lluvia.
(La utopía, creo, siempre es un árbol conquistable,
vos encaramada en el candil de mis ahogos.)
Barataria, 16.VIII.2012
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