lunes, 20 de agosto de 2012

BACINICA

Imagen tomada de eltemplodezeus.com



BACINICA




¿Y quién sabe si es otro libro líquido del cedazo,
la rosa derramada, de pronto en el tintineo de las gotas?
Y en su aroma, ¿quién ampara los destrozos,
el día a día volcado en su fervor? Sueño frente a cada conjuro,
espío el hilo que fluye y llega a los lóbulos,
hacia las sirenas dormidas en la orgía.

Llueve.

¿Qué dirían Magritte, y Miró en atención a los sueños,
al jardín a solas oyendo el desconcierto,
el ars poética del breñal o el balido sin cordura de los vilanos?
—El anciano junto a su candil cuenta el tiempo,
la horqueta de la noche de los recuerdos,
el pliego de suspiros que ahoga el papel,
la historia sin héroes sobre el césped silvestre.
La mujer, el hombre con sus vanas claridades.

Sin duda una locura necesaria,
hundirse en el objeto como otra forma de bracear en los andenes,
en el escondite goteando la miseria.
No hay traje alguno contra las inclemencias,
salvo las inclemencias mismas,
el ixcanal sin pulcritud,
las sucias aguas de los tragantes que la historia va derramando
en los televisores y los periódicos.

En el respiro el metal sordo del pedestal profano,
el violento mercado intransitivo de los hojalateros,
los símbolos inefables de las etimologías,
la razón de meditar en la teología
al punto de traspasar el ave fénix los ladrillos del muro de ceniza.
Advierto cada día que es necesario limpiar el amanecer.

Barataria, 20.VIII.2012

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