martes, 9 de agosto de 2011

ESCENARIO DE LA SOMBRA


Ante el respiro, el escenario de la sombra, las gradas del aliento
en asunción hacia el momento que se adueña de la vida;
alrededor, los crepúsculos alargados del sueño, las palabras
que nunca faltan a la ceremonia de rendirle culto a los senderos:
me quedo siempre a la espera...
Imagen tomada de Miswallpapers.net





ESCENARIO DE LA SOMBRA




Abrimos el telón de las ideas
y un sueño resplandece por los ojos.
JUAN JOSÉ VELEZ OTERO




Ante el respiro, el escenario de la sombra, las gradas del aliento
en asunción hacia el momento que se adueña de la vida;
alrededor, los crepúsculos alargados del sueño, las palabras
que nunca faltan a la ceremonia de rendirle culto a los senderos:
me quedo siempre a la espera
de los meses más benignos, a todo lo que los brazos puedan contemplar.
Lo demás es siempre producto del hondo caminar. Las idas y regresos
de lo que permanece o se va, hacia las gradas de la ausencia.
Por cierto que aquí, suena el filo del viento: la pupila del ahora
en las palabras graves, las telarañas que fueron poblando el pecho.

(A estas alturas, me igual que las sombras sean de la noche,
o que emerjan de las lunas menguantes de mis venas,
o quesea la navaja de las aceras, la que abre la tumba, la caja
donde el labriego guarda las semillas,
o pudre las semillas verdes de lo imperdurable.
Hay un algo que siempre me introduce al matorral de la noche:
Cada camino es insaciable para los zapatos, cada estribación desafía
Mis sentidos, el grano de brizna en mis pupilas, la moldura
De los sueños que a menudo nos oculta la realidad.
Deo apartar las piedras que trituran los cuadernos del alba:
La fragancia por extraña que sea siempre tiende a imponerse.)

¿Acaso el espejo tiene siempre las mismas aguas mansas,
el suspiro que nos envuelve en la brasa dulce del aleteo, ceja
del umbral en el reloj de fondo del calendario del pecho?
Sobre mí, el picahielo del tráfico, el guardabosque y pasamontañas,
el picapedrero de las arrugas,
El prensapapel sobre las albardas, la cerradura indagando llaves,
las porciones de la sombra en el mantel, las cucharas y tenedores.
Con tanto escenario reconstruyendo a diario mis alas, debo hacer
ejercicios de respiración para evitar el ahogo,
cada imagen puede confundir las cortinas, la presencia de la luz,
tan necesaria en estos días: estoy en las aguas ensimismadas
de las piedras. Todo es ropa copiosa,
largo musgo del viento sobre las sienes, sobre Lázaro en el ojo
soterrado, en el Erebo de la palpitación del hombre.

No puede ser de otra manera mi labor, sino esta de ir acumulando
noches, sombras, ciegos pétalos donde palpita la noche;
no sé si debajo de la noche, el ciego palpita de consuelo, o si es,
otra manera de atisbar los escenarios donde piedra y raíz son densas
realidades acumuladas por el aliento.
—Después de todo, alguien descifrará la transparencia soterrada;
este mundo con simulados azacuanes, permanencia sublevada
del hollín, caries temprana del amor…

Barataria, agosto de 2011

No hay comentarios: