La transparencia respira en el tacto, en los guacales del ojo,
En el agua donde la conciencia muerde el suelo.
En el agua donde la conciencia muerde el suelo.
Ilustración: "Yunphotos"
Temporal de luz
Sólo las palabras limitan en su borde la luz. Ahora toca,
Agarrar las premoniciones del sonido, batir en el seno
Con la palpitación lúcida de la hoguera.
La luz en lo oscuro flota sucesivamente en el fondo de la sangre.
No hay luz sin epidermis ni aire;
—Esquirlas de pájaros más allá de la garganta. Gotas de mundo
En los vasos de un grano, aguas cándidas en las ventanas.
La transparencia respira en el tacto, en los guacales del ojo,
En el agua donde la conciencia muerde el suelo.
La vida es honda en la concavidad del reloj, en las estatuas
Incandescentes, en las brasas mordidas del azar,
En las aceras insomnes absorbiendo las catástrofes cotidianas.
La siempre deja un hueco en la memoria:
—Esa luz del instante que borra todas las máscaras.
Ese calendario mecánico del afán, febril argamasa en la efusión
Del ánimo, fruto crescendo en gorgoritos.
Siempre el terraplén del azúcar en persianas de canela. En odres
De albahaca, en páginas de anís, en lápices de cuajatinta.
Ahora la luz en el chispero de los cereales: follaje en pájaros,
Sólo desbordado por el rocío escrutante de las manos.
En cada piel la luz concibe las espigas sin barniz. En cada hallazgo
Los alfileres se enjutan, el tumor de la noche es apenas un acto
Dentro de la inminencia. En pleno sueño, cada molécula se vuelve
Rama de ese río de semillas resplandecientes.
Ante el desamparo y sus aceites grises, brilla la atmósfera
De los ojos; el viento hace lo suyo en recuas de ventanas.
En las hamacas del jade encuentra su propia guarida. Es un pozo
De hambre en la memoria, —furioso ícono atravesando el barro.
De pronto la bebo en la animación de la lujuria.
De pronto el instinto aprende su oficio. Arde la salvia en el estómago.
Arde todo el metabolismo de las calles. Los remolinos ebrios
Del polvo. La florescencia de las pupilas en su impúdica desnudez.
La luz de pronto es una utopía en el escombro.
Acaso, bagazo del latido; chorro de la noche en cuclillas.
Acaso la luz, es sólo la sartén donde frío el hambre. La claridad
Un pez de torrenciales braceos, una luna de güishtes, un beber
Los cántaros del trueno con hambrientas guitarras.
En el peltre de la suciedad, es innecesario ajustar las cortinas,
Pues la lluvia lame, aquí, el juego de nubes de la respiración.
La luz de pronto se torna una esponjosa enciclopedia:
—es posible responder a los mercados, desvelar el murmullo,
Acumular el goterón de lechuzas en los aleros, iluminar las palabras,
Golpear el umbral de la puerta, recorrer los residuos de ceniza,
Masticar los fósforos extraños de los secretos, aprender a caminar
Sin rozar las paredes, hablar sin la palidez del luto.
De pronto hundo mis ojos en el pulso de los vasos. —Los espejos
Son la transparencia de ese deseo infinito, el nivel de desagüe
De los pétalos, los caballos que espantan los huesos, la brisa verde
De los pájaros o, ese bosque elevado al sabor de lo humano.
En algún punto del presente, la oscuridad aprehende de mis manos,
Esos pedacitos de sol desbordando las ventanas…
Barataria, 02.XI.2009
Temporal de luz
Sólo las palabras limitan en su borde la luz. Ahora toca,
Agarrar las premoniciones del sonido, batir en el seno
Con la palpitación lúcida de la hoguera.
La luz en lo oscuro flota sucesivamente en el fondo de la sangre.
No hay luz sin epidermis ni aire;
—Esquirlas de pájaros más allá de la garganta. Gotas de mundo
En los vasos de un grano, aguas cándidas en las ventanas.
La transparencia respira en el tacto, en los guacales del ojo,
En el agua donde la conciencia muerde el suelo.
La vida es honda en la concavidad del reloj, en las estatuas
Incandescentes, en las brasas mordidas del azar,
En las aceras insomnes absorbiendo las catástrofes cotidianas.
La siempre deja un hueco en la memoria:
—Esa luz del instante que borra todas las máscaras.
Ese calendario mecánico del afán, febril argamasa en la efusión
Del ánimo, fruto crescendo en gorgoritos.
Siempre el terraplén del azúcar en persianas de canela. En odres
De albahaca, en páginas de anís, en lápices de cuajatinta.
Ahora la luz en el chispero de los cereales: follaje en pájaros,
Sólo desbordado por el rocío escrutante de las manos.
En cada piel la luz concibe las espigas sin barniz. En cada hallazgo
Los alfileres se enjutan, el tumor de la noche es apenas un acto
Dentro de la inminencia. En pleno sueño, cada molécula se vuelve
Rama de ese río de semillas resplandecientes.
Ante el desamparo y sus aceites grises, brilla la atmósfera
De los ojos; el viento hace lo suyo en recuas de ventanas.
En las hamacas del jade encuentra su propia guarida. Es un pozo
De hambre en la memoria, —furioso ícono atravesando el barro.
De pronto la bebo en la animación de la lujuria.
De pronto el instinto aprende su oficio. Arde la salvia en el estómago.
Arde todo el metabolismo de las calles. Los remolinos ebrios
Del polvo. La florescencia de las pupilas en su impúdica desnudez.
La luz de pronto es una utopía en el escombro.
Acaso, bagazo del latido; chorro de la noche en cuclillas.
Acaso la luz, es sólo la sartén donde frío el hambre. La claridad
Un pez de torrenciales braceos, una luna de güishtes, un beber
Los cántaros del trueno con hambrientas guitarras.
En el peltre de la suciedad, es innecesario ajustar las cortinas,
Pues la lluvia lame, aquí, el juego de nubes de la respiración.
La luz de pronto se torna una esponjosa enciclopedia:
—es posible responder a los mercados, desvelar el murmullo,
Acumular el goterón de lechuzas en los aleros, iluminar las palabras,
Golpear el umbral de la puerta, recorrer los residuos de ceniza,
Masticar los fósforos extraños de los secretos, aprender a caminar
Sin rozar las paredes, hablar sin la palidez del luto.
De pronto hundo mis ojos en el pulso de los vasos. —Los espejos
Son la transparencia de ese deseo infinito, el nivel de desagüe
De los pétalos, los caballos que espantan los huesos, la brisa verde
De los pájaros o, ese bosque elevado al sabor de lo humano.
En algún punto del presente, la oscuridad aprehende de mis manos,
Esos pedacitos de sol desbordando las ventanas…
Barataria, 02.XI.2009
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