Fácil, ni lo es ahora. En algún lugar hay que triturar con los dientes
El calendario, derribar las trampas del extravío, hundir las monarquías
Del mal, asirse a la piel insoluble del sol mientras dura la claridad.
Tal vez un día, ya no sean patrimonio los embudos,
Ni nos desgarre el pecho una sombra y otra sombra y otra sombra…
Fotografía: André Cruchaga
TRANSPARENCIA
Porque nada puedo conocer con exactitud
ni siquiera mi cuerpo ni yo que me escurro de mí
como un agua afilada y dolorosa
YOANDY CABRERA
Ante tanta oscuridad es necesario caminar, buscar la luz: nunca fue
Fácil, ni lo es ahora. En algún lugar hay que triturar con los dientes
El calendario, derribar las trampas del extravío, hundir las monarquías
Del mal, asirse a la piel insoluble del sol mientras dura la claridad.
Tal vez un día, ya no sean patrimonio los embudos,
Ni nos desgarre el pecho una sombra y otra sombra y otra sombra…
A veces, hasta las aceras se nos presentan afiladas.
Callamos siempre sin encontrar respuestas. Mordemos el anzuelo
De ensimismados escenarios: día y noche susurran las iglesias entre
Barrotes de oscuros ecos, entre soles oscuros de hostias.
Desde luego, Vos y Yo, nos ahogamos en estos colmillos, las pesadillas
Recorren la sangre de la peste;
Hay puertas para que el enemigo transite impune, y jaulas para nosotros,
Y tapicerías de rostros sin sábanas y zompopos de extraño desierto.
Nuestros dientes no pueden estar en el falso mercado de la enredadera,
Ni en la hijastra encantada del espejo,
Ni en la perennidad de las estatuas, ni en el alfabeto postrado
En la oscuridad, ni el baratillo de las bisuterías.
Duele caminar, subida la noche, entre los telones de la maleza,
Sobre la penumbra atávica de los aguacates, descubrir la ciudad tentada
Por la oscuridad, los zapatos probando el horror de las calles
Y la Bolsa de Valores,
Esa avaricia como lección del sueño.
—Reclamo, entonces, la luz como analgésico para la vigilia.
(Pido verte como bosque transparente en mis pupilas, como una mano
En el ojo del amanecer, pues los días han sido demasiado oscuros
Para seguir en esta alacena rota de la sombra.)
Hay días que no asumen ni siquiera el olvido. La respiración se multiplica
Con tanta puerta cerrada: la tarde tiene meses de huesos.
Las piedras, de un mundo de delirio; las monedas, acechanza
De incertidumbres. —Después de circular en el tintineo del ideograma,
La transparencia reclama su presencia.
Nuestro reino no está en el hollín del tabanco, ni en el tizne del guijarro,
Ni en el espejo contaminado de sal, ni en la huella hundida en la arena,
Ni en el andrajo de la tarde, ni en el badajo decapitado del paisaje,
Sino en el barco que reclama, mariposas blancas sobre el agua,
Y una ternura de colores como el arco iris.
Y unos días de manos limpias. Y un vagón de niños a través de la luz.
Barataria, 11.XI.2010
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