martes, 2 de noviembre de 2010

SÁBANA CON POLEN

Huele a adusta transparencia, la brasa derretida en la sábana.
La navegación en el agua se hace audible, río que sin duda,
Sube hasta las sienes y verdea la miel de las sonrisas.
Mansa y tibia la saliva en el escabeche, en el libro del aroma,
—Encajes con madejas incandescentes, cubriendo aquel paisaje
Encontrado en lo oscuro.
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SÁBANA CON POLEN




Apago el cigarrillo, carraspeo y abro la ventana
repleta de aire rojo y polen fresco.
Tibia y mansa la brisa, encendido el candil, la sábana revuelta.
Una mosca mayor que una paloma se reposa en mi hombro.
ANTONIO CISNEROS




Huele a adusta transparencia, la brasa derretida en la sábana.
La navegación en el agua se hace audible, río que sin duda,
Sube hasta las sienes y verdea la miel de las sonrisas.
Mansa y tibia la saliva en el escabeche, en el libro del aroma,
—Encajes con madejas incandescentes, cubriendo aquel paisaje
Encontrado en lo oscuro.
Me arrebatas el aliento como la primera vez: lengua sobre la nata
Del rastrojo, intenso camino adelgazado por el resplandor de los poros.
—Abres las aguas derretidas en pequeñas monedas de sudor:
Ahí ahogué la virginidad de la espuma,
La tinta que luego se volvió lluvia de luciérnagas.
Después que yo muera, seguirás aquí, en la mesa inmutable de mi boca.
Sideral, diáfana, surtida de latidos verdes.
Hoguera como aquella vez: el agua en las manos, el tiempo picoteando
La sangre, la necesidad común de madurar hasta el cuello.
Siempre estarás aquí conmigo, —menstrual esencia de mi secreta
Esperanza, materia pura de mis ojos, destino de mi absoluto desorden.
Cada vez que te pienso, limpio las fotografías y el espejo:
Salgo a caminar antes que las arterias se me paralicen, antes que mi alma
Trajine en alcoholes, y pervierta la estrella que nos armó de voces
Y deseos. Que nos escondió del frío y el cansancio.
Ahora te posas en mis hombros como un insecto erótico.
Que el ojo mío te entregue siempre todos los deseos. Que tus palabras
Me den la escalera del poema, la bandera cálida de tus pezones,
El polen de la vigilia en el pozo de la sábana,
El silencio necesario para preparar de nuevo, el mantel de los poros.
En realidad, eres la Patria distante con la que sueño todos los días.
El rostro de la frescura que fulgura en las legumbres,
La sed masticada por la sangre,
La luz de la ventana con todos los enjambres de la orquídea, —tanta
Sed en mis manos que de pronto se queman los balcones.
(—De pronto, todo este querer mantenerte palpable, sembrarte
Relámpagos, guardar el libro del aire, dejar el invierno en la garganta,
Hurgar la luz destinada al aprendizaje, —volver a la humedad
De los jocotes, a la risa de la hamaca, al dril de las hojuelas en cada
Poro donde el polen se embruja con el oxígeno.)
El resto que quede abierto al ojo y la risa, a los sellos postales de la goma,
Al diluvio del reloj sobre la cama de la República nuestra…

Barataria, 02.XI.2010

2 comentarios:

Marina Centeno dijo...

No sé si suspirar es todo lo que diga -André. No sé si tu paisaje vestido de silencio me llega amplio al pecho y dulce a los labios, tan dulce que se derrite. No sé si sea yo la "siempre frágil", la que busca el columpio de tus versos y se mece a sus anchas en tus parques. (que de pronto aparecen con vestidos nuevo, relucientes, como el nuevo día)


Puedo pasar desapercibida entre la gente y aún así sentirás mi suspiro -André. Intuirás el eco que te llama y no estarás solo, porque dejaré a tu lado una gota de sal envuelta en lágrima, esa agua que exprimí para ti al leer tu poema. Y si lloro, no es el llanto de los afligidos, es el llanto que nace cuando la luz es tanta.

Besos infinitos, Poeta.
Desde mi mar sereno en este otoño....Marina Centeno.

André Cruchaga dijo...

Gracias, Marina, poeta querida por tu sentido comentario.
es una suerte de latidos
este tiempo de luciérnagas;
abres las aguas del confín
hasta entregar las arterias
a la sábana,
a las manos,
a estos adelgazados poros del camino.

Un fortísimo abrazo,

André Cruchaga