viernes, 19 de febrero de 2010

CÁRCEL INMEMORIAL

Remota la aldaba en el traje de las pupilas. El revuelo de los párpados,
La intuición ultramar de los espejos en las fábulas. El éxodo
Galopante de las adivinaciones, el despertar aterido entre dragones.

Ilustración: Salvador Dalí








CÁRCEL INMEMORIAL







…y nadie sabe si le seguirán los frutos,
las palabras, los reproches disimulados.
ALAIN BOSQUET

Sobre la voz que va excavando un cauce
qué sacrilegio éste del cuerpo, éste
de no poder ser hostia para darse.
CLAUDIO RODRÍGUEZ








Remota la aldaba en el traje de las pupilas. El revuelo de los párpados,
La intuición ultramar de los espejos en las fábulas. El éxodo
Galopante de las adivinaciones, el despertar aterido entre dragones.
Sancho a mano alzada en el laúd de las aldeas.
Inclementes son las balanzas intempestivas del vértigo.
La masa fatua de las cúspides. El caudal de lanzas en el andamiaje.
No hay vehemencia en las celdas inmemoriales de la conciencia,
Ni en el dolmen de los poyetones, ni en los goznes del alfabeto.
La soledad fulge como un azor en cada rapto de los sismos.
En cada oscuridad el camino hondo de la vigilia.
El sacrificio de las alambradas. El imán de los estribos subterráneos.
Existir siempre es una suerte de fósforos entre la osamenta,
Mas cuando los cerrojos se han convertido en vigía de los pasos.
—Uno termina por no saber si pueden lavar los exorcismos,
La costumbre del acero en las sienes,
Los pantanos de la hilaridad sarcástica,
El monolito del silencio en la precariedad de los taburetes.
Dentro hundimos las manos sin cruzar la puerta de las alacenas.
Ahí el aroma nocturno de los celajes, el fantasma de las palabras,
El ixcanal abriendo la luna de la sangre.
[Afuera suenan los encajes del subsuelo, los rieles de los estornudos,
El violín de los caminos desvanecidos, la mochila del pálpito,
En cogollo del pan en las espigas de la resistencia.
—¿Dónde, adónde será mar la Esperanza? ¿Dónde, adónde el bambú
Abrió la claridad y calla la boca de la piedra?
¿Dónde, adónde es surco el lazarillo del monólogo?
¿Dónde, adónde estás apartando el hollín de las compuestas?]
—Ciertos son los pies cuando están sobre la tierra
Cuando el polvo propagado no es cuaderno para ciegos.
Las escaleras del cielo hoy están más ocupadas que nunca.
No sólo tienen vértebras y alforjas en los peldaños, sino pedazos
De pañuelos. —¿Desde cuándo el suspiro es agua en la ventana?
En resumen, agua sin disparos. Tormenta sin huesos.
Están aquí los tornillos del pálpito. El mortero de los alfileres.
La fronda fragmentada del alma. La soledad que se hizo dueña
Del empeño, emporio crepuscular de la audacia.
Partimos en un instante, la noche y el día: —hicimos las banderas
Y los muros; inventamos las iguanas sobre las heridas.
Todo es menos cierto que los cocoteros del horizonte. Aunque,
Ciertamente, todo cabe en las obleas redondas de los círculos,
En el almuerzo de sillas decapitadas,
En la madrugada con frío donde Cristo transpira.
La mitad de la herida la hemos perdido en la vida. En el sofá
Del césped, gotea el hollín de las reminiscencias. Gotea el azúcar.
Gotea la sal. Arde el celofán del tejado en su huída.
Ahora no hay jabón para lavar las ausencias. Sólo acólitos
Murciélagos en la extenuación de la saliva.
—Sigo, seguimos, en esta cárcel inmemorial de las acefaleas
Invocando el agua fresca del corpiño. La puerta del espejo.
Barataria, 13.II.2010

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