sábado, 3 de abril de 2021

SIEMPRE HAY ZONAS APAGADAS

Imagen FB de Pere Bessó



SIEMPRE HAY ZONAS APAGADAS

 

 

Hay zonas apagadas en el trajín de los zapatos, zonas de horas

silenciosas, en las que el país y el polvo se juntan, el paisaje de tumbas

de todos los silencios que ahora arden con cierto frenesí.

En un estanque de nicotina, trepan puntas de humo hasta el vértigo.

Uno se afana por encontrar azúcar en la hojarasca y lluvias claras

que sin ser vertederos, lleven barquitos de profunda infancia.

Hay sed en la piel que tocan mis oídos, quizás nostalgia a la hora

de atardecer, quizás lentos grises que desordenan la cara.

En el bocado de incertidumbre, crecen los recuerdos y las ventiscas,

y ruego porque no se haga piedra el pañuelo que llevo a los ojos.

Paso mis manos sobre el resplandor del agua, —mis manos, digo—,

pero es en realidad, mi sombra que reverbera en su fuga diaria.

A contracorriente, el rebaño del paisaje molido de los páramos.

Amo el eco que se arrincona en la almohada, casi como una tormenta.

Esas geometrías que a medianoche de vuelven témpanos.

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Del libro: ‘Fuego de llaves invisibles’, 2021

©André Cruchaga



 

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