RASTROS DEL ABSURDO
Dadme la
certeza de raíces en horizonte quieto
Un
descubrimiento que no huya a cada paso
O dadme un
bello naufragio verde
Vicente
Huidobro
En
la congoja del reloj, la piel ciega de las mareas, beberte adentro,
callada
en el arco de ola del vientre, deseada miel cerca de mi boca.
Que
no huya tu piel encendida, aunque la luz se vaya.
Que
no huya el cielo amoroso del ansia y su cosecha de arcoíris
y
su poyetón sagrado en mi boca y sus ingles de arcilla perfumada.
Que
no expire tu desnudez, ni tus caderas de fuego en mis manos,
ni
los poros sacudidos del alma, ávidos de profundos sonidos.
No
quiero horizontes agazapados, sino la savia frutal entre mis manos,
la
respiración en las rodillas que deja la tormenta,
de
los tifones de luciérnagas que anclan destrenzando las alas.
Precipítame
como si todo el río se desbordara, como si todo el azul
fuese
navío de algas e islas encobijadas, titilantes de flamas.
Vénceme
hasta que ya no se produzcan los ruidos del suspiro
y
el vértigo no se dilate en la almohada, sino en la semilla pura.
De
las lámparas aladas del aliento, queda el pulso hilvanado
en
la garganta, quizás ese horizonte de los delirios del absurdo.
.
Del libro: ‘Fuego de llaves
invisibles’, 2021
©André Cruchaga
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