Imagen de la red
BARCO
ANCLADO
A Alcira Teresa Luppi Hang
Era la
madera sola comenzando a ser lo inmóvil, lo invertebrado del riesgo de nunca
partir, las aguas flageladas de los paraguas, la lluvia desgarrada del moho,
acaso aquel sarcófago, destino fiel de la locura, o el poema muerto que fluye
en las palabras. (Sé del ojo que caduca
en su propia elocuencia: sé de las manos de ceniza de lo irrestañable y de la
soledad que desembarca en los espejos.)
Clausurados
los reflectores del murmullo de la proa, los semicírculos cercanos del
abandono; el destino que al abrazarnos nos circuncida, casi en secreto, como
residuos calcinados de infinito. Sólo nos quedan los costados indescifrables
del mundo y la materia perpetua del mar en los ojos.
Dentro de lo
soportable, la escritura a ciegas, se nos agolpa, como ese fuego fenecido,
ferozmente incendiado.
Al cabo, en
el abandono, comienza a transpirar la memoria…
Barataria, 30.08.2018
Del libro: “Antípodas del espejo”, 2018
©André Cruchaga
No hay comentarios:
Publicar un comentario