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CUERPO
Nado en el crujir de tus ausencias: el tren pinta poros
verdes; en la travesía, bajo hasta la ensenada de la irrealidad, aúllan los
perros en las sombras empedradas, aletea la piel blanca del hambre. El cuerpo
alcanza el sofoco de los latidos: deshilvana la bestia el desvarío, (lo que ganan las manos, lo pierden las
palabras, la ola en su marcha acoplada, el centelleo del tallo en la lluvia.)
Cuando el ojo se desvela en el arbusto, mayor el follaje, los días agolpados en
la concavidad del océano. ¿Cuántos inviernos inundan los sentidos? ¿Cuánto
mundo vaciando el vaso del fuego, mordiendo el cofre de la tortura? En casa
crece el olor de los pinos y la asiduidad del ave de tu ombligo. Crece el rocío
en las orillas del reloj…
Del libro: “Sintaxis de la fuga”, 2014
©André Cruchaga
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