Imagen cogida de la red
MISERIA
En los cuatro costados del
aliento, el hacha profunda de la orfandad.
Este pequeño mundo donde se
incuban las atrocidades y la tristeza:
Nadie vuelve ileso tras la solapa
de los destellos,
al cabo nadie se salva sólo con
palabras.
(A menudo nuestro mundo es únicamente un lugar habitado por
lágrimas,
y fantasmas que se adhieren al aliento.)
Digamos que, a menudo, uno tiene
que renunciar a los roperos,
a la cobija y a las ventanas.
Después de tantos ahoras, debo
poner mi boca en el fregadero, y deshacer
los nudos en la suela de mis
zapatos.
Por suerte una sombra en la
memoria no es granito…
Barataria, 06.I.2014
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