Imagen cogida de la red
ASOMBRO
Desangrados los anaqueles de la
memoria, no importa la simpleza
de las tortillas, ni estas ganas
de lamer la angustia
al tocar la puerta del fuego.
En las semillas del purgatorio
acontecen infinitos pantanos (lamo las
raíces
de la habitación donde pernoctan estas monstruosidades);
nunca los imaginarios pintan
trenes, ni piscuchas infinitas, salvo la lluvia
fortuita que se clava en el
polvo.
¿En qué complicidad bajan los
ángeles a morder la carne y los encajes
descritos en el sueño? Hay sed
desde el ombligo hasta el delirio de los ijares.
Sed memorable en un país
maniático.
Sed hasta los dientes gastados de
los pensamientos…
Barataria, 22.I.2014
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