Imagen cogida de la red
AÚLLO
Elevo la salmuera hasta el
infinito del aullido. Nada hace suponer
diferente el destierro o el metal
de los grillos clavados en las sienes.
Rehago desde el pescuezo los
sofismas, la sábana sonámbula de los miedos
y ese sueño de trenes como insecto
en desbandada.
Muerdo las fauces de mi propia
idiotez, esta locura en sepia de la agonía,
muerdo la extraña conciencia que
tienen los clavos y los chunches viejos,
reprimo el espejo roto del
horizonte: siempre la armonía es falso balcón
por donde se juega a la
voracidad.
(Debajo de la luna circundante, el mismo infierno extraño de las
palabras.)
Barataria, 24.I.2014
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