lunes, 3 de septiembre de 2012

VENTANA AL MAR

Imagen tomada de tusimagenesmagicas.blogspot.com



VENTANA AL MAR



a Juan Francisco González-Díaz



El mar está allí: huele el mar, sus orillas, el hilo enhiesto de la espuma y de las olas. En su voz, el oculto pálpito de los acordeones, el lápiz dilatado a lo largo de la sal, y la noche de corales que abonan la memoria y la espera justa que reclama el flujo de sus aguas. En el día los ojos superponen el temblor agitado que asciende a la fiebre de la brisa y las gaviotas. El mar desde la ventana, libre en su fuerza de salmuera, ilimitado para la usura, plural y cuantitativo en sus pliegues, loco en el lomo de la arena, áspero en sus rincones de luna. Hasta aquí, llega encuadernado de sol, con adjetivos insaciables, invulnerable en sus neumáticos cósmicos; va y viene como el badajo encajado en la campana del arrebato, como un ojo en la ventana, entra nervioso al aliento. Y sin embargo, (“su ímpetu es amargo, su canto es estruendo. Estalla el agua en la piedra y se abren por vez primera sus infinitos ojos.”) Hondo mar de sílabas y ceniza, tambor en medio de las sombras, lengua de los testamentos más insólitos. Alrededor del mar, la furia de la sal, la densidad heroica del cardumen, los arqueados caballos del pulso, los minutos hechos estatuas de sal: en mi asomo al mar, la anatomía de los poros y el mantel desnudo de la arena en los párpados. El mar tenso, feroz, arquero del movimiento, diáfano y oscilante en su caligrafía. El mar de pronto, obsceno envés de los sueños, designio al cabo, de las aguas sobre la yegua del oráculo.

Barataria, 02.IX.2012

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