La transparencia nos acompaña con su oficio, olorosa, líquida la respiración,
abierta a la intensidad del firmamento, sin edad más que el espesor de los cuerpos,
la humedad que desciende hambrienta hasta tocar la arena.
Imagen tomada del blog/blogtutormedica.blogspot.com
JARDIN DE TUS MANOS
Los amantes se congregan durante el día en los jardines; en la noche, se reencuentran como los pájaros en el silencio de las coníferas. Están allí sus manos en el lienzo de azúcar de sus poros, en la estrella virgen que el búho es incapaz de aprehender. (Te veo crecer en mi pecho desde tus manos, lejos del desierto, enredada en el sol de las libélulas; los jardines nos envuelven y nos dan el ritmo necesario para picotear el claro espejo del fuego. Pese a que en las calles aúlla el exterminio por más treguas que invente el Estado, inmunda de aguas la quebrazón del estallido, sin más límite que las estrellas abiertas de la fascinación, el correr limpio de tus dedos, casi seda, recorriendo las arterias, la tentación del azulejo de la respiración.) La transparencia nos acompaña con su oficio, olorosa, líquida la respiración, abierta a la intensidad del firmamento, sin edad más que el espesor de los cuerpos, la humedad que desciende hambrienta hasta tocar la arena. De tus manos profundas, el huerto, el granero, la sustancia que arde al galope, el azúcar circulando en nuestras anatomías. No quiero que tus manos se diluyan en los encajes del tiempo: las quiero como las hermanas que nunca tuve, aquí junto al cuaderno donde escribo diariamente la música de las orquídeas, tinta y alfabeto donde llueva siempre. Donde lluevas fosforescente de gaviotas. Donde guitarras, toquen en mi pecho el nacimiento cada día del cierzo, y no la podredumbre que se ha tornado ficción y se lee con malicia en ciertos cenáculos.
Barataria, 22.V.2012
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