Nada hay de luz en estas fuerzas ciegas, redentoras de muerte y de noche,
de piedras lanzadas al sueño. Somos presas del fanatismo y no del trozo de pan germinativo,
no de la alforja con estribos, sino del sofisma y de la rústica crianza,...
Imagen tomada de la página virtual/city-data.com/forum/salt-lake-city
ESCOMBROS EN LA PUPILA
Estamos en el mundo real y en él no hay concesiones: el bestiario de la mentira engorda como un elefante. Avanza y se roba el sueño. ¿Cómo se puede vivir, —pregunto a secas— entre tanta enfermedad y perversión del alma, y todavía almidonar el cuello de la vestimenta para ir a la misa dominical? ¿Cuándo o dónde encontraremos la civilidad y no una moral multiplicando su polilla? Un pueblo que pierde su capacidad de pensar en la verdad, de escudriñarla, de hablarla, tiene poca, muy poca vida útil: y aquí, también, en estos obscenos nudos del poder, entra desde luego, el resabio de un periodismo que no educa, no edifica, sino también hace de su práctica la injuria; sin la doctrina de la ética, también se vuelven bufones de heces. Tengo que decirlo. Hay un estado de conciencia maquillado y por eso virulento, nefasto. ¿Hasta cuándo impugnaremos este ejercicio vergonzoso, distinto a la brisa y al alba? ¿Nos convertimos acaso en ese fermento de la insania, en el reino torcido de las estribaciones? La realidad es esa jauría donde no hay concesiones para ensayar la Esperanza, sino alientos como la barbarie. Nada hay de luz en estas fuerzas ciegas, redentoras de muerte y de noche, de piedras lanzadas al sueño. Somos presas del fanatismo y no del trozo de pan germinativo, no de la alforja con estribos, sino del sofisma y de la rústica crianza, de la avalancha del hollín, y del bajomundo del cieno. Creo que la tormenta de osamentas crece con la sonoridad hueca de la demencia.
Barataria, 11.V.2012
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