Pienso, de pronto, que me aproximo a la puerta del tecomate irrefutable
del aire, a la ventana sin las callosidades de las sombras, al tiempo mío palpable en los zapatos.
Imagen tomada de la página virtual/geolocation.ws
RETORNO CON ALGUNAS VARIACIONES
Siempre volvemos al aserradero del diluvio, a aquel lugar de medianoche donde la perplejidad nos recuerda la condición de ceniza que nos persigue. Todo parece “Juegos de la edad tardía”, el ritmo del poema ajustado a la hora en que parpadea la llovizna; “Las ninfas” o “Lázaro”, todos son, de un modo u otro, partes del mismo sueño: cada claridad limpia los ojos hasta aprehender el suspiro de la página. Pienso, de pronto, que me aproximo a la puerta del tecomate irrefutable del aire, a la ventana sin las callosidades de las sombras, al tiempo mío palpable en los zapatos. Vuelvo con esa eternidad de las palabras a las aguas que permean la tierra, bajo el tronco del espectro rojo de la tempestad en la obsesión del vértigo; regreso a la posta real del entrecejo para atrapar la luz de la alegría en la luna ciega de la muerte. De todos modos, ese es el camino invisible que se nos abre, a veces sin los vaticinios del blanco o el negro. Lo único cierto es que estás aquí, poesía, lo real e imaginario del manicomio diario donde el espejismo debate con las alucinaciones de la tinta, con ese otro yo quedado en la memoria. Alguna vez, vos, permeada por el agua azucarada del alfabeto, puente donde no declinen los ocasos, ni falte la trascendencia de la Paz.ni el sueño profundo e inagotable.
Barataria, 27.III.2012
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