(Contra toda lógica, amo el silabario blanco de tus muslos,
la tibieza del santo rosario de los duraznos,
el almidón de los domingos sobre la silueta crucificada de la sábana,
y la sal hundida en las retinas del ciprés.)
Imagen tomada de Miswallpapers.net
ESCAPARATE DE LA HEREJÍA
En los jardines del surco, el arcoíris llega como una herejía.
Rotas las venas del ansia, el hueco húmedo de la garganta,
la ceniza de la risa estrujada en la neblina múltiple de lo yermo,
las palabras empañadas del crepúsculo.
(Contra toda lógica, amo el silabario blanco de tus muslos,
la tibieza del santo rosario de los duraznos,
el almidón de los domingos sobre la silueta crucificada de la sábana,
y la sal hundida en las retinas del ciprés.)
Me ahogo en el barro negro del retablo: la lluvia en las lianas
de las sombras, mi sed de agrios insomnios, la tormenta disecada
en los anillos del incienso.
A menudo emergen páramos de los escapularios, nada sostiene
la sombra del espejo, sino el grito mortecino de la sal.
Me he vuelto impermeable entre lo posible e imposible,
es fascinante escuchar el zumbido de los moscardones en pleno
mediodía, darle un sí a los dientes cuando los bolsillos están
vacíos, cuando el fuego despierta pulgadas de piel
en los estornudos del alma.
Llevo días, como las beatas, dando golpes de pecho en el hastío,
cada vez los relámpagos son más escasos, hay que preparar
bóvedas para guardar los días destrozados de la permeabilidad;
ante cada duda, los pies siempre resienten el sobresalto:
debemos reírnos de nosotros mismos sin importar lo que pase,
(el amor es la alquimia más hosca que conozco, el más absurdo
desvarío de la imaginación, la sombra más irrisoria del éxtasis.)
Es hora de desintegrar los esqueletos,
y devorar el porvenir de tanto espectro, quitarle el hambre
a la soledad, morderle la lengua a la eternidad, negar el infinito,
lanzando portaviones al acantilado de la garganta.
Los sueños son sólo invención de las palabras inoficiosas,
en peligro de extinción, por cierto; ¿hay razones para creer que la sed
crece de lo inefable, del furor que suponen las yerbas aromáticas?
¿De qué imaginarios habla el presente, pasado y futuro?
¿Mordemos el anzuelo de la Palabra Divina
cuando alrededor los muertos nos pisan los talones, cuando
el predicador hace acto de contrición por sus falacias, cuando
vos te volvés insostenible en el tiempo, por más Walt Disney
que veás en la televisión, por más azotes que nos de la violencia…?
Ay las ciencias del amor que gritan al oído de los sordos,
Ay, el espíritu sombrío que supone reír en el patio trasero del mundo,
en la penuria que nos da el insulto, frente al amor que dejó
de ser comestible debajo de mi sábana,
ahora desnaturalizado por el óxido que deviene del pensamiento.
Barataria, 04.I.2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario