miércoles, 5 de octubre de 2011

CONTRAPUNTO DEL ENTUSIASMO


Desperté urgido de regresos, de arideces derivadas del delirio,
regresé inconcluso como los caminos inacabados de los sueños,
olvidé la vuelta al mundo con un destino sangrando
de nostalgias, —de vos, mundo sólo de palabras,...
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CONTRAPUNTO DEL ENTUSIASMO




Tal es la conquista, fugaz temeridad del abecedario.
El entusiasmo nos colma, pero ejerce pilares contrapuestos
en cada gozne donde transita la aventura.
Siempre me resulta un desafío, poner la llave en la rendija,
cuando ésta pasa de brasa a ceniza, de inclemencia
a audaz respiración.
En medio de los despojos, rompo los puños para que el viento
haga de la ansiedad, aceite dadivoso;
van los sepultureros con la muerte a cuestas, pero también
los vivos, fábula creyente del fuego, polvo de la historia
en los espejos, bocas densas sin almohadas,
sin abrigo junto a las bancas de los parques: pero no claudico
frente al lugar donde cegaron mis ojos, los recuerdos son sombras,
lo sé, sombras que de pronto alargan mis huesos.

Desperté urgido de regresos, de arideces derivadas del delirio,
regresé inconcluso como los caminos inacabados de los sueños,
olvidé la vuelta al mundo con un destino sangrando
de nostalgias, —de vos, mundo sólo de palabras, de bolsillos
resbaladizos y extraños,
extrañas ternuras hunden la lejanía, también la cercanía
de los litorales desbordados, el cielo inasible, pero tangible
la miseria, la opresión incurable y repetitiva de los círculos.
—Para vos la noche es un destino, para mí el día.
es fácil caminar ahogado en las entrañas. Somos todo y nada.
De ahí que me conozca en la simplicidad de las cosas,
el deseo abate el alma pero no conquista,
ni limpia las ferocidades irascibles de la obsesión en el espejo,
ni es posible apretar la unidad de los almácigos.

Me hace falta el ombligo para contener los recuerdos futuros,
hacer un filme de la llama transitada,
volver los sentidos y el aliento, a la luz desvelada en las manos:
—siempre esta batalla de caminar desterrados,
con las manchas derruidas de la neblina,
sin desahogos más que la queja en la penumbra.
Sopla el viento con su costal de estaño: sobre las losas, los días
perdidos, los mismos algoritmos destruyéndome,
pañuelos implacables al límite del sobrevuelo, tiempo en desorden
al margen del cuaderno de las dudas, desgastadas paredes
donde se erige la intemperie.

Toda la Nada se junta en la ventana: hay una devoción por partir
Siempre hacia el entusiasmo, pese a que aquí, no tiene
Importancia la ternura, sino la pintura y el espejismo,
Los fósiles, la intensidad impalpable de la dicha: lo demás es,
Inagotable despojo, puerta hacia lo sajado.

Barataria, octubre de 2011

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