domingo, 11 de septiembre de 2011

PIEDRA SOBRE PIEDRA, LA SOLEDAD SIN TREGUA


Piedra sobre piedra el esqueleto que abrió el pecho.
El viento quemado de los muertos, la cara perdida en la mesa,
—vos, como un racimo trepando en el pecho,
oscuros ríos saliendo del aliento. Fuimos forjados para vivir
en soledad permanente, con la noche temprana de las mareas,...





PIEDRA SOBRE PIEDRA, LA SOLEDAD SIN TREGUA




Tengo suerte de tener los cinco dedos en la mano derecha
suerte de hacer pipí sin que me duela mucho
suerte que los intestinos se muevan…
ALLEN GINSBERG




Piedra sobre piedra el esqueleto que abrió el pecho.
El viento quemado de los muertos, la cara perdida en la mesa,
—vos, como un racimo trepando en el pecho,
oscuros ríos saliendo del aliento. Fuimos forjados para vivir
en soledad permanente, con la noche temprana de las mareas,
con la vieja creencia de los párpados cerrados
para no ser testigos de la alegría,
para desvanecernos en el infortunio de las sábanas.
Siempre las aguas de la soledad hundiendo los ojos,
aquellos alelíes que luego se convirtieron en sonámbula ceniza,
la ropa que siempre le quedo chica a los sueños.

Siempre preferimos los inviernos deshabitados,
el delirio de las funerarias, anulamos el poder de las ventanas:
hay confusas palabras que lamen la saliva, días incorregibles,
salvo que sean para escribir epitafios en las tumbas.
En todo este tiempo nos comió la nada, es decir,
el semen del vacío sobre la yedra de las piernas;
la crueldad del silencio con sus paredes secretas;
los ojos húmedos imposibles de dirección.
Perdimos cuanto ganamos con el eco de las campanas.

(Hablamos del mundo ahora de regreso a nuestro petate.
De regreso para qué, o para quién,
cuando la inflación nos ha vuelto desadaptados,
cuando las redes sociales nos llevan hasta el hastío
al punto de la desesperanza. ¿Cómo fundar un nuevo reino
entre tanto monstruo, ah, Zenón de Citio, Heráclito, Hegel?
Aquí la mudanza diaria del fuego, ah, Diógenes de Babilonia,
Escipión, ¿para qué nos sirve el estoicismo
en tiempos en que el fuego quema los párpados,
y el hombre es comido por los megaemporios,
fundados para enaltecer el panal de la Bolsa de Valores
de cualquier país del mundo? Desde púlpitos sagrados
se nos habla de fortaleza y resignación, desde los areópagos
se nos invita a cargar felizmente la culpa a perseverar en el disfraz.)

Cómo me duele la ciencia cuando pienso
en la Sodoma del sudor vertido en la sombra blanca del ombligo,
el pretérito con sus encalados ecos, cuando hablábamos,
pese a la ebriedad del frío, sin ningún trapo,
aquí, en el lecho. —Como todo, también las palabras mueren
en boca de quien las pronuncia con facilidad o falsedad,
quedan en el aire, etéreas, cuando se quiebra
el jarro que las contiene o las deshace el agua
cuando el agua se convierte en antorcha sinuosa.
Cada quien juega al delirio de lo que quiere:
pese a que la salmuera rompa día a día el espejo,
pese a la palpitación gris de las soledades, caminos de enlutados
cuchillos sostenidos por la lengua…

Barataria, septiembre de 2011

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