En la noche se apoderan de la almohada los fantasmas. Son fugaces
estos hilos de la eternidad, el sigilo de los cántaros en los ojos,
el presente de cada día en la sombra de la luz, la brisa del alma
transpirando las mejillas, las ubres infaustas de la cavidad
desvelada en el albedrío de la calamidad.
Imagen: Fotos gratis
LARGO EN LA ETERNIDAD FUGAZ DEL DESTELLO
[...]Prefiero estar entre la gente
más que como un asesino
como un peligro latente
como un provocador en pronunciada agonía
GHÉRASIM LUCA
En la noche se apoderan de la almohada los fantasmas. Son fugaces
estos hilos de la eternidad, el sigilo de los cántaros en los ojos,
el presente de cada día en la sombra de la luz, la brisa del alma
transpirando las mejillas, las ubres infaustas de la cavidad
desvelada en el albedrío de la calamidad.
—Por cierto que se nos llama a ser aguas mansas, en medio
de la truculencia, restregarnos en la dormitación de los cerillos,
en la parafina embebida de los felices,
en el perro que ladra salivoso al poema de los riscos de los pies.
Nos muerde el galope desesperado del relincho,
en la alacena de las luciérnagas;
los días son inciertos en una botica de pueblo: en el bosque quebradizo
de las aguas termales de los poros, en la sien rota del destello;
nos miramos rompiendo los párpados del alma.
Con el rumor de la sal hacemos amaneceres siniestros: pasamos
de largo la Osa mayor, el arado, las siete cabritas del zodíaco;
por cierto que las miradas se vuelven itinerarios vacíos
encima de los trajes de las serpientes,
frente al espejo la mala racha de los falsos pudores: se rompen las ingles,
sobre el mantel de los dedos de los deseos,
las pupilas arrasan con el pan de las ventanas; mordemos, de pronto,
el mecate del sollozo restregado en las mejillas
como un objeto desechable por las compulsiones maníacas
del calendario; naufragamos en la Patria de los labios, morimos
pronunciando al país: nos aflige el asesino con la dicha de usar
el sol en la muñeca de las manos;
de pronto nos astilla el amor y sus aguas de funestas piñatas.
De pronto el vértigo desde el fondo de los ojos con sus globos perversos,
las dádivas, las conmiseraciones a destiempo.
A veces estamos al acecho de la Gracia que desconocemos;
—¿Quién diría que con tanta boca efímera, tenemos aguas de letal
joroba, perennes fábulas, ventrílocuos del huerto eterno?
Nos harta el silencio cargado de bocas, este pasar de largo la eternidad,
ser en tanto la intimidad es agua quebradiza,
vivir en los sonambulismos del subsuelo hasta anochecer,
olvidar que los sueños son bosques calcinados,
en los nidos salpicados de zancudos: (vos y yo, con la risa enrarecida
de los cuartones enmohecidos,
y el tiempo que nos pasa de prisa sin suspenderlo en nuestras manos.
Vos y yo, aproximándonos a los huesos de las miradas
sin un cirujano que nos corte de tajo la perplejidad y la joroba
en el pecho, el presagio insólito que nos ha hecho la carcajada aviesa.)
Barataria, 05.I.2011
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