sábado, 30 de octubre de 2010

ABRAZOS

“Déjame que te abrace”, o abrázame desde
La profundidad de tu piel, necesariamente
Sintiendo las palabras y los minutos;
Enrédame en tu vocabulario encendido,
Abrázame con el ciprés de tu cuerpo, con
El milímetro de las sílabas, con el libro verde
De tu piel, sintiendo la salvación de tus manos.
Imágenes en blanco y negro





ABRAZOS




Cuando/ nos abrazamos/ vamos/
a otro mundo/donde/ nos abrazamos/
y marchamos/ a un trasmundo/donde/
nos abrazamos/y donde tal vez sólo/ nos abrazamos.
CLAUDIO RODRÍGUEZ FER




“Déjame que te abrace”, o abrázame desde
La profundidad de tu piel, necesariamente
Sintiendo las palabras y los minutos;
Enrédame en tu vocabulario encendido,
Abrázame con el ciprés de tu cuerpo, con
El milímetro de las sílabas, con el libro verde
De tu piel, sintiendo la salvación de tus manos.
Déjame encontrarme con la certidumbre
De tu geografía, con el abrazo sin prisa donde
Cada cuerpo se funde como un atlas de pájaros.
Déjame que te abrace sin teoremas,
Déjame tus brazos perfectamente como el día,
Como un ahora sin diccionarios…
Deja que tus brazos sean un siglo de sábanas,
Déjame ser un caballo en las proximidades
Del relincho, un mundo de semanas enteras,
Una energía tórrida en tus contornos.
Déjame ese rastro de ciénaga en la memoria,
El hilo de los ecos, desnudo en las manos,
La espiga del relámpago de tu cuerpo,
Y las manos temblorosas, hundidas, en la ternura.
Acumula en mis uñas el firmamento.
Estremece la furia total de tus manos
En la música de los brazos, en la lluvia mordida
De los cabellos, en el tren metálico del viento.
Déjame que te abrace, como quien juega
Con la sed del mediodía y jardines interminables.
Mientras estoy, que las puertas retengan,
Cantando, los brazos abiertos de la ternura:
—Ese libro de la adolescencia que fuimos,
Ese apretar el pecho ardiendo sin olvido.
Ese morder el césped sin escalas, cerrados en lluvia
Interminable…
Déjame que te abrace como lo hago con los libros,
Con la mesa, con el lecho suave donde reposan
Tus brazos, con la ventana donde se reclinan
Los barcos, con la tinta de la saliva, deshaciéndose
En los pájaros de la garganta.
¡Cuánta hambre ahí en tus brazos sin envejecer!
¡Cuántas luciérnagas girando en las venas!
¡Cuánta compañía aquí con sombreros de luz!
¡Cuánta albahaca centelleante y solemne en cada
Abrazo —tierra alta donde la noche no cabe.
¡Cuánto tiempo aquí, mirándonos a quemarropa!
¡Cuánta oscuridad derrotada con la respiración
De nuestros brazos!...
Déjame que te abrace, así, como un niño abriendo
Los nombres del Planeta…

Barataria, 04.III.2009

10 comentarios:

Ana Muela Sopeña dijo...

En el amor contenida toda la creación. En la creación contenido el amor. Inmenso poema de belleza, sensualidad y amor, André.

Una aventura de palabras que no termina nunca y conecta el corazón del mundo con el propio corazón y el de la amada.

Bellísimo
Enhorabuena
Un abrazo
Ana

André Cruchaga dijo...

En este discurrir de la vida, querida poeta,
la blancura protectora del aliento,
el temblor humano transitando en los poros,
el frescor arbitrario del aleteo,
el aquí, el allá,
sobre la sábana de los abrazos:
imán de los buenos tiempos.

Gracias, por visitarme.

Te mando un fortísimo abrazo,

André Cruchaga

Marina Centeno dijo...

Es el abrazo una señal de aceptación o la transmición de sentimientos que desde la oscuridad saltan como niños dispuestos al jardin???? Quién no diera un abrazo o reciba lo justo cuando el mundo cabe entre dos brazos y dos cuerpos son mas de uno temblando en el mismo sitio.

Que existosa es la vida cuando alguien aprieta la cintura y el paisaje se cierra en dos figuras, lo demás resulta lo alcanzable, lo mutable, lo que cae del cántaro en la sed..... y ya no digo más que luego resulto excesiva -así sea el abrazo-....

Saludos.

André Cruchaga dijo...

Para mí, Marina, eso que llamas "sobrepeso" es relativo. Imagínate, la fusión encandilada de dos seres al unísono en la misma atarraya,
en el mismo claustro
con los poros como pinceles pintando girasoles.
Y si, el abrazo es lo sublime
cuando dos seres se ansían
con insomnio, desvelos y vigilias.
El resto, estoy seguro te lo imaginas:
pero debo acotar: lo demás,
la plenitud, el gozo entero
del cierzo entre vilanos.

Un enorme abrazo de aquí al cielo.

André Cruc haga

Marina Centeno dijo...

Ese cielo al que acude tu abrazo -André- es el mismo que trazo en mi horizonte cuando acudo a lo tuyo, precisamente así, cuando se abre el infinito y los dos brazos son señales que afirman una morada, plena, cálida, excitante....para mí.

Como el puerto que bruscamente se perfila en el regreso cuando la embarcación se harta del mar, del rompeolas que estrellan al madero entre el musgo y la sal... Así los brazos, se tienden -imposibles- como espejismos que alcanzo con el dedo pero no lo logro tocar...

De aqui hasta el cielo perfilo mi camino para encontrar tus brazos, Poeta.

Saludos.

Marina Centeno dijo...

Saludos Ana, querida amiga, gusto de verte en este "Abrazo" que se reparte como nube en cielo azul....
Un beso hasta ti, amiga.
Marina Centeno.

André Cruchaga dijo...

Majestuoso lo que dice:
Sea pues, así, bramante
este abrazo, declaratorio,
con follaje y nido,
encapsulado en la bodega de los poros,
celestial, endurecido el humus,
madera de cedro la puerta de la batlla, digo el abrazo,
que hermana y titila colores,
sin armaduras más que las manos
abriendo la puerta
de la tierra o del viento


Te mando un húmedo abrazo,

André Cruchaga

Ana Muela Sopeña dijo...

Gracias, Marina, por este saludo en medio del abrazo infinito de André.

Besos enormes, querida amiga
Ana

Marina Centeno dijo...

Y vuelvo a este paisaje "invitación", porque eso es para mí tu abrazo -Poeta-. Un paisaje de pájaros volando alrededor de mí; una franja de nubes que se abren y tragan la explanada del vientre y del color; es tu abrazo el titán que vence a los huracanes con su ritmo despiado y loco; eso es tu abrazo...eso es...

André Cruchaga dijo...

Vuelve cuanyas veces creas necesario:
En los abrazos, uno se baña más de dos veces
en las mismas aguas.
En esto se equivocó Heráclito.
Aquí la respiración atraviesa
las paredes;
nada es más tangible que descorrer
los brazos sobre los poros rojos
del paisaje.

Un abrazo enorme,

André Cruchaga