Pintura: Juan Gris_La guitarra
Ella suena como un caracol en mi oído, cubierta de arena y frío.
Está allí. Se ha ido poblada de secretos. Se lleva sus terrones
De risa. No sé que regiones la habitan hoy,
Ni qué suspiros envuelven la brisa de sus cejas.
Amor verdadero, por eso crujiendo tras ventanas:
Último amor como la luz de inminente ceguera.
Tierra, acaso, donde el desvarío extendió su voz
Hasta permear secretamente las carnes de la calle.
Siempre creí que las palabras nos salían sobrando;
Por eso le dimos al silencio estatus de atril.
Por eso se ha ido, lenta, en una lluvia de grises,
Mientras la noche en su cabeza suelta un sollozo.
Mi último amor se ha ido: corazón único
Donde dos cuerpos se cabían infinitos. Cumbre del aire era.
Cumbre fue la vasta desnudez recorrida:
Playa donde rodaban sal y arena,
Mano a mano tocando la guitarra de los poros.
Es mi último amor y duele. Allá está el azul y duele.
Allá está en la ola y crecen los recuerdos: calle de la queja
Goteando débiles luciérnagas.
Desde lejos me dices (con un dejo de sereno adiós)
Que no vuelva tras la lluvia, ni trate de cambiar las ínsulas del frío.
Todo debe quedarse aquí en espectral martirio.
Todo afán, deseo y sueño está ya vestido de roca o muro.
De pronto la noche es inmensa, (ambos lo sabemos)
El sueño denso y la vigilia larga…
Juguetes de la vida estos ojos acabándose la luz:
Heridas prolongándose en el último musgo de lo póstumo.
Barataria, 29 de abril de 2005.
Último amor, sed eterna
A SYG
A SYG
Ella suena como un caracol en mi oído, cubierta de arena y frío.
Está allí. Se ha ido poblada de secretos. Se lleva sus terrones
De risa. No sé que regiones la habitan hoy,
Ni qué suspiros envuelven la brisa de sus cejas.
Amor verdadero, por eso crujiendo tras ventanas:
Último amor como la luz de inminente ceguera.
Tierra, acaso, donde el desvarío extendió su voz
Hasta permear secretamente las carnes de la calle.
Siempre creí que las palabras nos salían sobrando;
Por eso le dimos al silencio estatus de atril.
Por eso se ha ido, lenta, en una lluvia de grises,
Mientras la noche en su cabeza suelta un sollozo.
Mi último amor se ha ido: corazón único
Donde dos cuerpos se cabían infinitos. Cumbre del aire era.
Cumbre fue la vasta desnudez recorrida:
Playa donde rodaban sal y arena,
Mano a mano tocando la guitarra de los poros.
Es mi último amor y duele. Allá está el azul y duele.
Allá está en la ola y crecen los recuerdos: calle de la queja
Goteando débiles luciérnagas.
Desde lejos me dices (con un dejo de sereno adiós)
Que no vuelva tras la lluvia, ni trate de cambiar las ínsulas del frío.
Todo debe quedarse aquí en espectral martirio.
Todo afán, deseo y sueño está ya vestido de roca o muro.
De pronto la noche es inmensa, (ambos lo sabemos)
El sueño denso y la vigilia larga…
Juguetes de la vida estos ojos acabándose la luz:
Heridas prolongándose en el último musgo de lo póstumo.
Barataria, 29 de abril de 2005.
Del libro Antológico: Salvo la memoria, nada existe, (inédito)
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