viernes, 1 de diciembre de 2023

ANDO A PIE CON UN BASTÓN DE MOSCAS

 

©Pintura de Marcelle Loubchansky


ANDO A PIE CON UN BASTÓN DE MOSCAS

 

Por ellos va mi corazón a pie.

CÉSAR VALLEJO

 

Ando a pie y a solas desde mi bautismo, entre moscas ardorosas

que devoran los sueños y andenes que depredan,

y aserraderos descomunales de camisas: ningún milagro aquí,

allá en la respiración de orquídeas deshabitadas.

Ni una pared limpia, ni bocas que desnuden sus labios,

ni rosas que latan en las rosas del aire,

sólo un remiendo largo que aprieta la piel hasta mojarla de sangre.

 

Ando sobre las escorias, a veces ocultas de las jaulas.

 

Alrededor las moscas reencontrándose conmigo.

 

Y es duro y horrendo cada imposible; y es triste ser humano

y ser transparente, hermano del dolor constante que oscurece.

Ignoro hacia dónde va la brisa, ni quien derriba las montañas

cuando caigo ciego. Crujen como el mar, los brazos.

 

El futuro nadie lo sabe cuando se afinca en la tierra lo informe.

Nadie sabe el final de lo apenas entrevisto,

«"El país del maná" tiene un millón de personas en hambre y "el país

de la libertad" es ese en el que uno de cada 165 habitantes está preso

y en el que a miles de personas inocentes les fabricaron perfil

de pandilleras para saciar la gula de presos de la propaganda» …

aunque el corazón que va a pie sospecha de los caminos residuales

y los detergentes para limpiar esta tierra nuestra.

Hoy en día hay tantas semánticas en las suciedades sepulcrales

de la boca que uno ya no entiende los domingos

ni las extravagancias que fluctúan en la danza de las prisiones.

 

Ando a pie, y así, deshecho, cruzo la calle: es lo único perdurable

que tengo. Morirá la luz quemándonos, mientras persista la garra.

 

Del libro: «Mesón Vallejo», 2020

© André Cruchaga


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