©Pintura de Pierre-Louis Flouquet
ENTENDIENDO LAS DISTANCIAS
…
Y saber que donde no hay un Padrenuestro,
el Amor es un Cristo pecador!
CÉSAR
VALLEJO
Quizás he vuelto a las calles desprotegidas de siempre o al cuarto
con paredes manchadas de abandono: aquí hay cabida y remos
para la comicidad de un manicomio con sus resonancias,
al útero del desorden de mis sentidos, a lo mejor a un diálogo
con los albañales del porvenir.
Camino entre histeria y coraje, sin esa luz irresistible de tus pezones,
sin el olor a la carne prendido en la saliva.
Cuelgo mis tripas en los fantasmas del horizonte; de un lado a otro,
el esmeril del tedio en las axilas corrompe la exudación.
En el ojo que se deslumbra frente a la ventana, el extraño color
de los pájaros, las razones en medio de la extravagancia.
Luego el sollozo en los desfiladeros de las guillotinas,
saltando entre suciedades idílicas, mordiendo
esta realidad que me deja sin palabras. Alrededor de calles
y viviendas extrañas, la historia que reacomoda sus tiliches:
la gente amenaza con rígidos pinceles; no sólo se puede nadar
en aguas en blanco y negro sino en brasas rojas y azules.
También en el libro de la fatiga con todas sus grietas.
Todo me lo quitaste: la música, el arrullo, las caricias, tu cuerpo
febril;
me ahoga el tedio y la falta de camino, el sueño inacabado,
apertrechado en la melancolía.
A veces quiero romper el alba y despertarme en tu boca.
Del libro: «Mesón Vallejo», 2020
© André Cruchaga
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